El pais vivió la noche del sábado y la madrugada de ayer una nueva noche de disturbios y protestas contra la brutalidad policial, especialmente en Seattle (Washington) y Portland (Oregón), avivadas por la decisión del presidente Donald Trump de enviar agentes federales para frenar la violencia a algunas ciudades.
En ambas ciudades del la costa oeste, las autoridades alertaron de “disturbios” y grave riesgo para la propiedad pública tras los choques violentos entre manifestantes y las fuerzas policiales.
La cuenta de Twitter de la policía de Seattle indicó ayer en madrugada se había realizado “45 arrestos en conexión con los disturbios” y agregó que “21 policías habían sufrido heridas por ladrillos, piedras y explosivos, la mayoría de ellos pudieron retornar a su trabajo”.
Las protestas se recrudecieron el sábado después de que el gobernador del estado, el demócrata Jay Inslee, anunciara que ya habían llegado a la ciudad agentes federales enviados por el presidente Trump.
Inslee dijo que Trump “busca confrontación” e instó a mantener las protestas de manera “pacífica”.
Seattle, al igual que Portland, es escenario desde hace dos meses de manifestaciones continuas, que en algunos casos han desembocado en choques con la policía, tras la muerte de George Floyd asfixiado bajo custodia policial a finales de mayo en Mineápolis (Minesota).
El fallecimiento de Floyd provocó la mayor ola de protestas en todo el país contra la violencia racial en medio siglo, y el propio Trump tuvo que levantar ampliar el perímetro de seguridad con vallas adicionales en la Casa Blanca por las manifestaciones en la capital estadounidense.
En Portland, los manifestantes rompieron el cerco policial en torno a la corte federal en el centro de la ciudad, lo que obligó a la respuesta por parte de los agentes policiales.