Los últimos años en América Latina, han sido de dominio de las ideas socialistas, por lo menos el discurso. Durante más de una década, gran cantidad de gobiernos, algunos de mucho peso, tuvieron no solo poder político, asesoría cubana (muy útil relativamente para mantenerse en el poder pero según la práctica, poco para promover el desarrollo sostenible), un nuevo aire con el Socialismo XXI de Hugo Chávez y mucho dinero hasta para despilfarrar, cuando el precio del petróleo andaba en términos generales entre 100-150 US$ el barril.

La realidad es que fuera de algunos avances muy específicos y focalizados en contados países, es poco lo que por la vía del socialismo se ha logrado en América Latina.

No se debe ver al socialismo como si fuera monolítico, como si no existiera éste en diferentes versiones, que pueden ir desde el anarquismo social post marxista, hasta socialismos livianos como el de Costa Rica por ejemplo, que han dejado resultados internacionalmente reconocidos como aceptables y promovido la democracia republicana y plural; al respecto hace poco escribí un artículo que se puede encontrar en el siguiente enlace: https://www.nacion.com/opinion/foros/debilidad-de-nuestro-ejercicio-electoral/UNVFWC3UMJAN7H34JOGAGV5BDU/story/. Los países escandinavos y el Canadá, son ejemplos de socialismos que funcionan integralmente.

Desde un sentido práctico más que filosófico, las propuestas socialistas que se han planteado en América Latina en los últimos años, se han caracterizado, dejando aparte para este artículo el tema de las libertades individuales y sociales fundamentadas en DDHH y arriesgando generalizar, por un profundo desprecio a la gestión adecuada de los factores de producción (tierra, trabajo capital y ciencia y tecnología). En primera instancia se desprecia al empresario o la empresaria, el o la que emprende y sin ofrecer alternativa válida, porque en realidad no la hay; está más que demostrado que es el genio del inversionista privado, del que emprende y el que gestiona, no necesariamente los mismos, el que trae el progreso; el que sabe combinar los factores de producción, para generar riqueza, para mejorar la vida del Ser Humano, como individuo y como colectivo inspirado en DDHH y solidaridad; las sociedades progresan cuando todos los ciudadanos de buena voluntad lo hacen, lo que en mucho depende de quienes emprenden y gestionan. Conceptos como productividad y competitividad son prácticamente nulos en el discurso de los socialistas en corrientes tipo Siglo XXI. Sin producción eficiente, no hay recursos para políticas socioeconómicas asistenciales y desarrollistas sostenibles.

Obviamente, no se puede dejar de lado la flagrante y abultada corrupción que ha caracterizado, en términos generales por supuesto, a los gobernantes que se dicen socialistas, generalmente porque se encumbraron al poder desde la izquierda algunas veces revolucionaria insurrecta, aunque la experiencia señala, en pocos casos por convicción.

El fracaso del socialismo tiene que ver con una falta de formación ética, moral, doctrinaria y técnica, de cada uno en su campo, de muchos que han ejercido el poder en gobiernos socialistas. Hay casos también de gente resentida socialmente y el resentimiento no es un buen consejero; no conduce a lo bueno. Por otro lado, análisis políticos y socio económicos superficiales, llevan a asumir posiciones poco prácticas y, a falta de una mezcla adecuada de economía de mercado (la que sirve, la que respeta y se fundamenta en las leyes económicas), y de planificación estratégica fracasan; no hay magia en el socialismo.

Recomiendo a los amigos y políticos que se dicen socialistas, es por supuesto legítimo y puede ser honroso el serlo, que se preparen adecuadamente privilegiando la efectividad de la gestión, en un marco de análisis de vigencia doctrinaria, macro económico y socio-político, conducente a políticas y estrategias adecuadas, para facilitar el progreso sostenible y sostenido y mejores posicionamientos prácticos. Acumulación, inversión, consumo, sostenibilidad integral, ciencia y tecnología, son conceptos que hay que dominar. Otro día hablaremos sobre la derecha.