En el caso de las vacunas son medicamentos biológicos que ayudan a desarrollar inmunidad al imitar una infección. No obstante, ese tipo no provoca enfermedad, pero sí hace que el sistema inmunitario produzca linfocitos T y anticuerpos que serán responsables de la defensa del cuerpo cuando el virus llegue al cuerpo.
Para elaborar una vacuna debe decidirse primero qué tipo será, puede ser que el virus se atenúe (un virus debilitado que no produce enfermedad grave), se inactive (matando o inactivando el virus, no enferma pero si “despierta” las defensas de la persona), otras son subunitarias o conjugadas (alguna parte del virus o bacteria se inyecta para preparar las defensas cuando el virus o bacteria se ponga en contacto con el paciente). Todas las vacunas dependen de el parecido que tengan con el virus de la enfermedad y la capacidad de la persona para generar la memoria suficiente cuando este en contacto con el virus. Al desarrollar una vacuna se debe estudiar la reacción con pequeños grupos poblacionales para determinar, primero su seguridad y luego su eficacia al prevenir la enfermedad (o al menos disminuir su gravedad), estos estudios se desarrollan en tres fases, después de las cuales se puede obtener autorización para usar en grandes poblaciones.
En el caso del COVID-19, no hay vacunas disponibles todavía, sin embargo al 15 de septiembre hay 35 potenciales en alguna de las fases de investigación, de las cuales 9 se encuentran en la ultima fase (fase III): seis de virus inactivado, cinco de vectores no replicantes, dos de replicantes, 11 de subunidad proteica, 10 de ácidos nucleicos y 1 de partícula viral. Cuando se finalicen los ensayos clínicos se tendrán que evaluar los resultados y decidir si la vacuna ofrece mayores beneficios que los riesgos de su administración.
Aquí es donde resulta decisiva la participación de las Agencias Regulatorias Nacionales quienes son responsables de asegurar que los ciudadanos reciban medicamentos seguros y eficaces, por su cuenta la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió la WHO Emergency Use Listing (WHO/EUL) con las recomendaciones para la compra global de vacunas en el combate a la COVID-19, también planea el desarrollo de un mapa de ruta especifico para cada una, contando con la participación activa de los reguladores nacionales. Se advierte que el camino hasta lograr la inmunización contra el COVID-19, implica una serie de etapas posteriores a que se finalice su investigación exitosa, luego producirla masivamente, distribuirla, aplicarla y seguir las reacciones que se presenten.
Con la urgencia provocada por la Pandemia estas etapas deben conducirse eficientemente y tomando en cuenta la opinión de la ciencia primero buscando que este barco llegue a puerto seguro evitando las tormentas políticas que puedan entorpecer su viaje, queremos pronto una vacuna contra el COVID-19... pero que sea segura y eficaz.