Solo el 51.88 por ciento de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral ejercieron su derecho al voto en las últimas elecciones presidenciales de 2019, es decir, casi la mitad de la población apta para votar decidió no hacerlo. Solo un 45.73 por ciento de los ciudadanos votaron en las últimas elecciones legislativas y municipales en 2018, menos de la mitad de la población habilitada para votar.

¿Por qué la gente deja de votar? Hay razones diversas, supongo yo. Creo que hay dos fundamentales: los candidatos no los convencen, podría ser la primera opción. La segunda opción podría ser, la gente pasa por un hartazgo generalizado de la política y cree que no vale la pena tomarse molestarse en acudir a las urnas.

El problema cuando la gente decide no ir a votar es que termina viviendo de la voluntad política de los que sí fueron a votar, de lo que otros decidieron por ellos. Por eso siempre será importante ir a votar.

Entre los que deciden ir a votar, las motivaciones son también diversas. Desde aquellos que votan porque creen en la democracia y que su participación es fundamental, hasta aquellos que votan porque se sienten afines a un partido, a un proyecto político o a un candidato. Pero durante décadas, en El Salvador también he escuchado a algunos que deciden votar por “estos para probar qué tal nos va”, evidentemente el tipo de votante que no razona sino que simplemente sigue la ola. ¿Qué tipo de ciudadano será usted el domingo? pregúnteselo seriamente. En sus manos está la decisión.