El populismo continental de izquierdas y derechas desató una retahíla de presidentes megalómanos, ambiciosos, creyentes en la generación espontánea de dinero a pura “animalada”. Consecuencias: galopante corrupción, ineptitud en el manejo de la cosa pública y grandes bolsas negras –o maletines– repletos de dinero de procedencia sospechosa, que enriquecieron a gobernantes. Y lo peor, que pasaron frente a las narices de los perfumados gerentes de un sistema bancario que asume demencia.

El deterioro de nuestra institucionalidad rebalsó, los partidos tradicionales no lo entendieron y Bukele resultó Presidente. Seis semanas después pronunció el discurso “Una nueva era en El Salvador”, ante un entusiasta público conservador en la “Fundación Heritage”. Allí dijo que, antes de terminar su período parará en un 100% la migración, el tráfico de drogas y armas hacia Estados Unidos y le mostrará al resto de países que basta tener deseo, recursos, sentido común y parar la corrupción, para lograrlo.

Surge entonces la pregunta: ¿Quién gobernará en realidad al país? ¿El que montó un tarimazo para retar a la Fiscalía General de la República? ¿El comprometido en la UES con ordenar marchar contra la Asamblea Legislativa a la Fuerza Armada y a la UMO/PNC? ¿El que investigará posibles acuerdos bajo la mesa en el establecimiento de relaciones diplomáticas con China continental, lo que motivó al Secretario de Comunicaciones, Roberto Lorenzana, a decir que Bukele ha recibido “un mandato de algunos funcionarios estadounidenses de romper relaciones con el gigante asiático”?. ¿El invitado por el tanque de pensamiento promotor de políticas públicas de la derecha más conservadora de los Estados Unidos desde la época de Ronald Reagan? ¿El que ha dicho que Nicolás Maduro y Daniel Ortega que “se pueden ir despidiendo de sus aliados en El Salvador”?. ¿El comprometido a solicitar una CICIES para combatir la corrupción, venga de donde venga?. ¿El que disfruta de la libre empresa y que va a dialogar con Arena?.

Probablemente veremos (del 1 de junio hasta el inicio de la campaña electoral del 2021) un Presidente apoyado en la tríada ONU-OEA-Embajada EE.UU., haciendo estrechos esfuerzos para acorralar la corrupción enquistada en los grupos de poder que él etiquetó durante meses como “los mismos de siempre”. Una vez limpiado el camino, junto a su partido “Nuevas Ideas”, intentará borrar del mapa a las extremas políticas.

Si la ANEP se está tomando su tiempo para analizar el “Plan Cuscatlán”, no es por lo voluminoso del documento o por las “citas largas y prestadas” de otras fuentes, sino porque seguramente los empresarios se estarán preguntando ¿Quién de los Bukeles mencionados gobernará un país que ha tenido en los últimos tiempos cuatro modelos económicos? 1) El agro exportador. 2) El de industrialización por sustitución de importaciones. 3) El de promoción de exportaciones. 4) El actual e inmoral modelo económico remesero, basado en la exportación de mano de obra, cuyos ingresos igualan al monto del presupuesto general del Estado.

Las señales ya están. Primera, el acercamiento hacia Estados Unidos, consiguientemente, la recuperación de un férreo aliado en Centro América. Segunda, escuchar lo que los gringos querían oír de un presidente salvadoreño contra el narco régimen de Maduro (sostenido por el “Cártel de Los Soles”) y contra el binomio Ortega-Murillo. Tercera, el coqueteo de Trump: “Tengo muchos deseos de trabajar con usted”, le dijo por escrito el 21 de febrero.

En estos dos años venideros, seguramente veremos un viraje para combatir la corrupción (que salpica a actores públicos y privados) pero también, para despolitizar la auditoría gubernamental, mejorar la investigación fiscal, eficientar la operatividad policial y evaluar -con la urgencia que el caso amerita- lo que está pasando al interior de la Fuerza Armada, donde un “General Exprés” cree ser infalible, inamovible e insustituible.

Donald Trump, Marco Rubio, el nuevo Embajador Ronald Johnson y otros halcones del conservadurismo estadounidense, podrían ser apoyos seguros para Bukele. Entonces sabremos quién gobernará en realidad al país.