A las puertas de un quinquenio de gobierno cuya cabeza visible ha sido electa como opción desconocida al producirse el derrumbe de las llamadas extremas de la derecha y la izquierda, los salvadoreños se preguntan: ¿Hacia dónde nos llevará la nueva administración?

Asiste el pueblo al inquietante e IRREVERSIBLE acto de abordar una nave surta en aguas inciertas, un velero al que no se le conoce tripulación ni carta de navegación y ni siquiera brújula, con un capitán que ya ha demostrado su inexperiencia como navegante en el tormentoso mar de la política.

DE NO HABER ALGUN TIPO DE IMPUGNACIÓN, LOS SALVADORENOS TENDREMOS CINCO INEVITABLES AÑOS DE LA ADMINISTRACION BUKELE.

Su única ventaja, si así se puede esperar, es que cuenta con una bitácora en blanco en la que todo está por escribirse.

Él mismo, lo admite en una especie de acertijo, escrito en uno de sus twitters: “Demasiada influencia, demasiado poder no formal concentrado en una sola persona. Un movimiento horizontal debe ser capaz de existir por sí mismo. Talvez para que esta nueva etapa funcione, Nuevas Ideas debe perder a su miembro más reconocido”.

La incertidumbre ronda a lo que Bukele ha dicho en este breve discurso, con el que confunde a su audiencia ávida de escuchar, de su futuro líder, no necesariamente sobre “nuevas ideas”, sino de palabras concretas y criterios comprensibles de la realidad nacional. No se debe olvidar que el desprestigiado eslogan, “nuevas ideas”, es el mismo sobre el que cabalgaron, Lula, la Delma y otros del círculo íntimo de Odebrecht, actualmente en la cárcel, sin aportar ninguna nueva idea como no fuera la de “nuevas maneras” de meter mano en las arcas nacionales.

Se pregunta la gente: ¿Puede un gobierno ejercer el poder sin la participación de su propio partido político o sin el de líderes gremiales: sindicatos, asociaciones de grupos económicos, ¿culturales o de la sociedad civil en general?

¿Para quién va a gobernar Bukele? Si bien no se puede gobernar en beneficio absoluto de todos, la política del Estado debe de estar orientada al bien común. ¿Pero sabe, Bukele con certeza lo que de él se espera…?

Su gobierno requiere de identidad política definida, no dudosa, sino cimentada en la selección de un gabinete heterogéneo que aún con miembros de pensamiento distinto, debe orientarse por un faro común. Un gobierno sin capacidad técnica y política se desgasta rápidamente, considerando la complejidad cambiante del poder. Esto sólo se resuelve con un liderazgo inteligente, de claras y viables directrices. En política no hay respuestas definitorias, sin embargo, el estudio de la historia y la experiencia propia y la de colaboradores honestos y sensatos son necesarios para penetrar en el tejido social.

Por otra parte, el decir que se gobernará “de cara al pueblo o con el pueblo”, no pasa de ser un trillado populismo de plaza pública, imposible de practicar, ya que el pueblo, según la concepción de algunos autores, sobre todo los DE CORTE SOCIALISTA, es solo una masa informe, sin organización, mayoritariamente ignorante de la ciencia política, de saberes especializados en materias tan complejas como la economía, la legislación, el funcionamiento institucional, el sistema monetario y otros que requieren de formación particular. En una democracia, el pueblo elige a sus gobernantes basado en la confianza; los pueblos delegan su “poder soberano” para que sus dirigentes lo empleen en resolver sus problemas y expectativas primarias. Los plebiscitos y referendos son las grandes estafas de los demagogos para hacer creer a las masas que ellas tienen injerencia “real” en la toma de decisiones trascendentales que afectan a la nación.

Después de tanto tiempo, engañados una y otra vez por políticos inescrupulosos, el conglomerado social aprende, aunque con lentitud, a desconfiar de lemas y eslóganes melosos que, como el “buen vivir”, “el vaso de leche”, “los zapatos, útiles y uniformes escolares,”, “las semillas gratuitas”, y otras insignificantes dádivas, sólo favorecen a las minorías afectas al partido en el poder.

Casi nadie traga ya, en Latinoamérica, la promesa de “gobernar de cara al pueblo o con el pueblo”; no después de chascos tan desastrosos como, Perón, Salvador Allende, Bucharam, Correa, Evo, Hugo Chávez, Maduro, Daniel Ortega, suma y sigue…QUE, EN ALGÚN MOMENTO, PROMETIERON LO MISMO.

Estas y otras lecciones de la historia reciente de nuestros países, deberán ser tomadas en cuenta por el próximo gobierno, con el fin de garantizar un juego político limpio para El Salvador. El verdadero cambio en la bitácora que Nayib aún no escribe, está en el ejercicio honesto y eficiente del poder.