La gestión anterior del MOP entregó las obras y la pasarela el 22 de febrero de 2017. / DEM


La tarde es cálida pero la brisa es fría en el redondel Masferrer. A la 1:40 de la tarde la bandera no ondea mucho; de hecho, da la impresión que está rota y que ninguno de los transeúntes se percata de ello, aunque sean muy pocos los que se asoman a esa hora y da la impresión que casi nadie camina por esa circunferencia; sin embargo, conforme pasa el tiempo, son más los que atraviesan de norte a sur por el sector y cruzan la pasarela.

Una chica de estatura media, seguida por una pareja que se da muestras de afecto muy cerca de una jardinera, son los únicos seres que se visualizan por la pasarela, que une la intersección del Paseo General Escalón con la avenida Jerusalén, por donde circulan a diario 64, 000 vehículos, de acuerdo con un estudio de 2015.

Minutos después, dos chicos bromean mientras pasan por la construcción ciclo peatonal de sur a norte y aseguran que es la primera vez que la atraviesan. Del punto norte aparece Roberto Salinas, un joven de Ayutuxtepeque que pisa esa pasarela una vez cada 15 días.

Nunca ha visto que usen el ascensor, comenta. Tiene 30 años y desde antes de llegar a su tercera década pasaba por el redondel con sus amigos.

Cuando habían muchos pinos y la zona era diferente, afirma. Vestido con ropa deportiva y con una paciencia que parece envidiable, el caballero cruza sin apuros ambos puntos de la edificación, pero antes, unos metros después del asta que sostiene la bandera, él se pregunta la inversión de la obra.

Indica que ve pocas personas asomarse por esa construcción, cuyo diseño arquitectónico estuvo a cargo de la Dirección de Infraestructura Inclusiva y Social del Ministerio de Obras Públicas (MOP).

Durante cuatro horas, un total de 179 personas usaron la pasarela del redondel Masferrer: 44 por cada hora. / DEM


La cartera de Estado entregó las obras finales del túnel Masferrer y la pasarela el 22 de febrero de 2017; los trabajos representaron una inversión mayor a los $16. 7 millones, según publicó el MOP en aquella ocasión. Aún hay quienes califican la obra como despilfarro y cuestionan si era necesaria tal inversión en un solo punto del país cuando hay otras zonas con tantas necesidades.

Quizá esos pensamientos también han pasado por la mente de Salinas, que tras preguntar el monto invertido, habla de la opulencia, sostiene que la construcción solo sirvió para quitar árboles y agrega que ni siquiera las personas con discapacidad pueden usar el ascensor, porque no funciona.

Después de Salinas, una familia (de seis miembros), un chico con compras y dos jóvenes más pasan por la estructura. En 30 minutos 18 personas habían cruzado la pasarela, algunos por primera vez; otros, sin embargo, viven o trabajan en los alrededores y lo hacen a diario.

Aquí no hay seguridad, no hay agentes del CAM y hay personas que no se cruzan uno o ambos lados de la pasarela, afirma un chico que reside cerca del redondel.

Cerca de las 3:00 de la tarde, un joven con dos cachorros recorrieron toda la circunferencia en cuyo centro se encuentra la bandera salvadoreña. Los caninos, con sus pelajes bien cuidados y atados a una correa, decidían hacia donde se movía su cuidador, Christian Figueroa.

El chico, de 21 años, trabaja en la zona cuidando cachorros y diariamente saca a pasear a los mamíferos por las tardes, específicamente, al redondel.

Mire, aparentemente nadie pasa, pero sí hay gente que pasa por acá, lo que sucede es que la mayoría cruza después de las 3:00 de la tarde, asegura. Tal afirmación fue confirmada.

En efecto, entre las 3:00 y las 5:00 de la tarde se contabilizó a más de 100 personas por esa construcción.

En cuatro horas, después de observar la inutilidad de los elevadores, las imágenes del monumento Cabezas del Jaguar (ubicadas en ambos lados de la pasarela) que ya están borrosas, las jardineras descuidadas y utilizadas como basureros, las esquinas de los ascensores que sirven como urinarios y la falta de vigilancia, cruzaron en total por esa edificación ciclo peatonal 179 personas. Algunos de ellos niños que viven en los alrededores y estudian en un centro escolar de la zona, otros eran ciclistas, algunos trabajadores y otros no respondían a este medio.

Lo cierto es que fueron 179 personas que se asomaron de norte a sur, y viceversa, por esa pasarela, solo uno de ellos volvió su mirada a la bandera, que cerca de las 6:00 de la tarde ya se observaba completa, pues el ímpetu del viento la había elevado a su máximo y se movía con fuerza bajo el cielo salvadoreño.