La actividad económica queda libre. No hay ley, que regule la producción, distribución y consumo de bienes y servicios. No se trata de una reapertura económica inteligente: no habrá proceso regulado, ni progresivo, de fases de reinicio de los negocios. La apertura económica es total: el transporte público, los trabajadores de la industria, el comercio y servicios van a reiniciar sus actividades, de aquí en adelante, la clave es el autocuidado, la prevención del contagio estará en las manos de todos.

Fueron cinco asfixiantes meses de encierro, no hay economía que aguante tanto tiempo: los costos del confinamiento son graves el PIB tiene una contracción de más del 9 %, la caída de exportaciones es de un 23.6 %. Se han perdido alrededor de 220,000. empleos y la crisis deja en pobreza a más de 3.58 millones de salvadoreños. Esto es equivalente al 54 % de la población que vive en el país

La situación fiscal del país es delicada: La deuda pública total supera los $21,258 millones en el primer semestre de 2020. El Salvador es el país más endeudado en la región y el que más ha aumentado el gasto público. En el futuro cada vez se tendrá que destinar más recursos para el pago de deuda, lo que dejará otras prioridades desatendidas.

Para el 70% de la Población Económicamente Activa que se encuentra en el sector informal, el dilema en estos meses ha sido “quedarse en casa o morir de hambre”. A partir del lunes todos los trabajadores por cuenta propia están en la calle. Es difícil pensar que los protocolos de bioseguridad serán respetados completamente por el sector informal, pues si cumplir con las normas de distanciamiento social, les impide vender, se van a saltar las normas de prevención.

La reapertura económica tiene otro desafío del que poco se habla en los medios de comunicación: ¿Quién va a ayudar a los niños para que haga las tareas, sigan las guías educativas, se conecten a Google Classroom y cumplan las obligaciones escolares?” mientras sus padres se reincorporan a sus empleos. Es necesario encontrar soluciones seguras y eficientes para esta problemática..

Reapertura, no es reactivación de la economía, es cierto que se le quitara el freno a la oferta de bienes y servicios: pero del lado de la demanda, las ventas no aumentaran de inmediato, la clientela será escasa, la gente no tiene dinero, la capacidad adquisitiva de los hogares, está resentida, no sólo por los más de cien días de confinamiento, sino también por el aumento del desempleo, el temor al contagio y los ingresos de la población han disminuido sensiblemente.

Tiene que hacerse un plan para recuperar los miles de empleos perdidos, tomar medidas para la recuperación de las pequeñas y medianas empresas, facilitar los emprendimientos y la innovación. En fin, se necesita que aumente la inversión pública y privada.

 

Un aspecto dinamizador de la actividad económica, que es positivo, en este momento, es el ingreso de las remesas familiares que experimentó un fuerte aumento durante julio de este año al sumar $553.1 millones, esta cifra es la más alta que se registra en lo que va del año y significa $44.9 millones más de ingresos, comparado con los $508.2 millones que llegaron en junio de este mismo año.

Es difícil proyectar si el aumento de las remesas se mantendrá de manera sostenida en el tiempo, pues depende de la economía de los Estados Unidos, del tiempo que demore en reactivar completamente su economía y recuperar el empleo de la comunidad salvadoreña.

Es perturbador, pero es una probabilidad real, que al darse una apertura económica libre, con un mayor número de personas en las calles, el riesgo social al que se expondrá el país sera grande. No se puede descartar que a mediados de septiembre se de un rebrote de covid-19. Las investigaciones académicas señalan que, al aplicar una metodología econométrica llamada modelos Probit, se encuentra una relación inversa entre la riqueza de los países y la probabilidad de un rebrote, es decir, a menos riqueza en un país más grande el riesgo de rebrote. Todos queremos que se mantenga la reapertura económica pero todo dependerá del comportamiento de la sociedad si se reactivan los casos positivos existe la posibilidad de que otra vez se cierren los negocios.

En esta nueva realidad no se vale quedarse pasivamente a esperar a ver que pasa, es indispensable participar activamente como ciudadanos para que esta nueva normalidad sea favorable.