El presidente Nayib Bukele, en su segundo día de gobierno, habló y estableció un compromiso con la población de recuperar el territorio que está bajo influencia o controles de parte del crimen organizadol, lo cual ha generado fe y esperanza en los ciudadanos, micros y pequeños empresarios que son los más afectados en estas micro regiones; desde la visión de la criminología nos proporciona elementos, insumos, teorías y buenas prácticas que deben considerarse en El Salvador para no continuar fallando, para que no sean acciones reactivas y producto de una coyuntura mediática como asesinatos, masacres, extorsiones, feminicidios, desplazamientos forzados, desaparecidos, sino una acción estratégica, integral, permanente y que sea de mediano y largo plazo.

En nuestro país ya se tienen buenas prácticas que con la experiencia y resultados se pueden mejorar, fortalecer, corregir lo que no funcionó e incorporar la técnica y ciencias auxiliares necesarias en busca de que se encuentren en el marco de una política de seguridad nacional; dentro de estas buenas prácticas está la de la Comisión Nacional para la Restauración de Áreas –CONARA– que sin duda tenía otros objetivos, pero que fue un modelo que proporcionó resultados con todas las limitaciones de aquella época; y una segunda buena práctica es el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia –CNSCC– que por medio de un diagnóstico completo permitió trabajar en un plan integral, posicionando la prevención como uno de sus ejes principales, pero que atiende las causas estructurales de violencia y exclusión social por medio de inversión social y con la participación activa de los ciudadanos.

Considero que para recuperar el territorio no solo es de llevar agua, energía eléctrica, unidad de salud, escuela, entre otros; gobierno central no será suficiente con los servicios asistenciales y básicos; se necesita la participación de todo el Estado que son sus instituciones, la población y el territorio. Y de manera muy particular los 262 alcaldes y alcaldesas, ya que por medio del CNSCC hubo participación activa de muchos de ellos y ellas, con el apoyo de sus consejos municipales, y los índices delincuenciales y actividad delictiva bajaron de manera sostenible y se recuperaron espacios públicos para la sana convivencia.

De igual forma hay municipios que merecen una mención especial como Antiguo Cuscatlán, San José Guayabal, Santa Tecla, Sonsonate, Cojutepeque, Coatepeque (experiencias que conozco y a la vez investigado) por medio de mesas de participación ciudadana, organizando a las comunidades, estando cerca de sus habitantes, priorizando la vida de ellos, por sobre obras que están brindando su aporte al país y deben aportar sus buenas prácticas.

Necesitamos, como salvadoreños, desarrollar comunidad, conocer a nuestros vecinos, tener amor por el prójimo, participar en las decisiones de nuestra comunidad, establecer orden, limpieza, seguridad, y tener niveles de tolerancia entre vecinos.

Es innegable que hay que recuperar los territorios donde el crimen organizado opera y tiene mini estados paralelos donde ellos imponen las leyes y deciden quién vive o muere; pero es de mayor importancia recuperar la comunidad, el territorio vendrá por añadidura y como una consecuencia de las acciones integrales y coordinadas que trasciendan periodos de alcaldes y presidenciales.

A propósito la figura de gobernador departamental debe de cambiar y convertirse en verdaderos protagonistas y representar al señor presidente de la República de manera eficiente y efectiva, facilitando que el ejecutivo brinde asistencia y cooperación a los municipios. Finalmente las municipalidades deben trabajar en la unidad primaria del territorio: la familia, y para ello necesitan alianzas con los expertos en familia, las iglesias. El reto es dejar los intereses políticos partidarios y poner a los ciudadanos al centro de las decisiones.