El crimen organizado utiliza los negocios legítimos como fachada para lavar el dinero que proviene de actividades ilícitas y seguir en su círculo vicioso de delitos y ganancias. Este concepto se aplica acertadamente para la historia que hemos publicado el jueves sobre los negocios que la pandilla MS-13 tiene instalados en la ciudad de San Miguel, la segunda del país.

Las autoridades han detectado al menos una óptica, lotes de venta de vehículos, ferreterías, ventas de lácteos y comida. Lo más grave es que además utilizan esos negocios para captar clientes potenciales de sus extorsiones, ejercer control sobre la ciudadanía y sus redes se extienden hasta los Estados Unidos.

Según las autoridades, los delincuentes toman los datos de las personas que llegan a los establecimientos a comprar y cancelan con tarjeta, sea débito, crédito o piden facturas. Los clientes de estos establecimientos se convierten en presas fáciles para la pandilla, porque desde ahí inician la extorsión, teniendo en cuenta su número de teléfono y dirección. En otras palabras, un enorme riesgo para la ciudadanía que llega de buena fe a esos negocios.

Es vital para las autoridades golpear las finanzas de las pandillas para cesar sus capacidades de seguir extorsionando y asesinando.