Conocí a Roberto Cañas hace un par de décadas gracias a que estuvimos en desacuerdo en algo que yo había escrito. Roberto me escribió para expresarme con argumentos muy válidos por qué no estaba de acuerdo conmigo y lo invité a tomar un café. Me dio una gran lección de historia y sobre todo, descubrí en él un hombre coherente, brillante, honesto y tolerante, sumamente respetuoso con las ideas diferentes.

Un tiempo después lo invité a escribir en las páginas de Opinión de Diario El Mundo y aceptó gustoso. Luego junto a Benjamín Cuéllar hicimos una tripleta de analistas en un programa semanal de entrevistas en un canal de televisión. No siempre estábamos de acuerdo en nuestros puntos de vista, pero solíamos coincidir en criticar ácidamente al gobierno de Mauricio Funes y defender la institucionalidad del país.

Conversábamos con frecuencia y chatéabamos aún más seguido. La última conversación la tuvimos el sábado. Me dijo que me mandaría su columna de opinión del lunes y luego estuvimos hablando un poco de política internacional. Su última frase de la conversación fue “¡Qué alivio que Trump ya no esté en la Casa Blanca!”.

Roberto era un gran patriota, un hombre noble, modesto, sencillo, siempre preocupado por el futuro del país. Su muerte repentina deja un profundo vacío en la vida nacional y su análisis agudo y certero hará mucha falta. Descanse en paz y mi profundo pesar por su partida.