Roque Dalton hubiera cumplido hoy 86 años. Este salvadoreño universal es el poeta más importante de la literatura salvadoreña del último siglo. Su idealismo y su compromiso político lo llevaron a la muerte de la manera más cruel: asesinado por sus propios compañeros.

Tenía solo 40 años cuando sus compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) decidieron ejecutarlo, un hecho que sigue en la impunidad aunque la historia y la familia han señalado claramente a los responsables.

Desde 2010, los hijos de Roque Dalton han denunciado judicialmente a los responsables sin que haya un proceso judicial al respecto. Primero un juez lo desestimó por "prescrito" y luego, a pesar de la derogatoria de la Ley de Amnistía, no ha habido mayor progreso en el proceso. La impunidad continúa al día de hoy. El colmo fue que uno de los señalados fue un alto funcionario de los gobiernos de Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén.

Su obra literaria fue ampliamente reconocida a nivel internacional y elogiado por grandes autores extranjeros. Pudo haber vivido en el exilio pero no, volvió al país para incorporarse a la lucha guerrillera y ahí encontró la muerte, absurdamente señalado de ser "agente de la CIA", una usual acusación paranoica de la izquierda latinoamericana de las últimas décadas.

Cada clamor de la familia Dalton, de sus hijos, merece el apoyo de toda la sociedad salvadoreña. En este aniversario de su natalicio, el clamor de sus hijos debería tener eco en el sistema judicial, en la Fiscalía y acabar de una vez por todas con la impunidad sobre este doloroso crimen.

Solo para recordar a Roque, comparto mi poema favorito de su obra, este homenaje a sus compatriotas llamado "Poema de amor".

Poema de amor


Los que ampliaron el Canal de Panamá

(y fueron clasificados como “silver roll” y no como “golden roll”),

los que repararon la flota del Pacífico en las bases de California,

los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos

los siempre sospechosos de todo( “me permito remitirle al interfecto por esquinero sospecho soy con el agravante de ser salvadoreño”),

las que llenaron los bares y los burdeles de todos los puertos y las capitales de la zona (“La gruta azul”, “El Calzoncito”, “Happyland”),

los sembradores de maíz en plena selva extranjera,

los reyes de la página roja,

los que nunca sabe nadie de dónde son,

los mejores artesanos del mundo,

los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,

los que murieron de paludismo de las picadas del escorpión o la barba amarilla en el infierno de las bananeras,

los que lloraran borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,

los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,

los guanacos hijos de la gran puta,

los que apenitas pudieron regresar,

los que tuvieron un poco más de suerte,

los eternos indocumentados,

los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,

los primeros en sacar el cuchillo,

los tristes más tristes del mundo,

mis compatriotas,

mis hermanos.