El abogado Humberto Sáenz Marinero es socio de la firma fundada por su padre en 1979. / DEM


La privatización de telecomunicaciones en El Salvador fue para la firma de abogados Sáenz y Asociados un impulso hacia su especialización en arbitrajes, procesos de resolución de conflictos a través de árbitros.

Dos empresas telefónicas habían pactado cláusulas que implicaban arbitrajes internacionales en la Asociación Americana de Arbitraje, considerada como una de las de mayor prestigio en el mundo. “Nos metimos en eso, la verdad, por accidente, en un primer arbitraje, aquí nadie había tenido esa experiencia”, cuenta el ahora socio de la firma, Humberto Sáenz hijo.

Precisamente una consultora había recomendado a la firma trabajar por convertirse en número 1 o 2 en una área específica. “A partir de ese momento nos dimos cuenta que era algo a lo que teníamos que apostar”, recuerda. Desde 1999 hasta la actualidad, sostiene Sáenz, Centroamérica no ha tenido una firma con la experiencia en arbitraje internacional que esta tiene.

Sáenz y Asociados fue fundada en 1979 por los hermanos Humberto Sáenz y Mario Enrique Sáenz, hijos de un abogado graduado de la Universidad de El Salvador (UES), magistrado de lo civil originario de San Vicente.

En alianza a un grupo de contadores y auditores ellos crearon la “Promotora de Inversiones y Servicios” que, en un inicio, estaba ubicada en la vivienda que ahora alberga la sede del partido Gana.

Hace 20 años, el 90 % de los clientes provenía de la industria de la construcción; esa se ha diversificado en áreas de electricidad, telecomunicaciones, distribución y construcción; y más recientemente servicios de propiedad intelectual y derecho público.

Uno de los retos que enfrentó la firma fue regionalizarse. Luego de intentar fallidamente una alianza regional, logró implementar en 2014 un proyecto propio de regionalización que le permitió fundar oficinas en Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Honduras con personal de la sede principal pero también con equipos locales evaluados según su capacidad y coincidencia con los principios de la firma.

Actualmente, a un costado de su escritorio, Sáenz tiene una foto de su padre, una de las víctimas de la masacre de la zona Rosa.

Cuando recibe comentarios sobre la ética, la humanidad y la profesionalidad que tenía su padre en el día a día, se convierte, dice Sáenz, en su referente y fuente de inspiración: “Él sería una persona feliz de ver que una empresa familiar ha trascendido el vínculo familiar. Ahora estamos rodeados de profesionales altamente competitivos que sin vínculos sanguíneos se han convertido en nuestra familia”.