De todas las grandes calamidades que hemos sufrido a lo largo de nuestra historia, con la ayuda del Señor Jesucristo, nos hemos recuperado sin excepción, y hemos salido con la frente en alto. Hoy en día atravesamos un nuevo desastre, producto del coronavirus, para superarlo, además de confiar en el Señor Jesucristo, es necesaria la unidad nacional y promover aliento y esperanza, pues no se puede gobernar infundiendo miedo, y sin el consenso de todos los sectores, incluyendo aquellos que disienten. De lo contrario, de no haber unidad de sentimientos y esperanza, se añadirán nuevos males a los ya existentes.

En consecuencia, debe fortalecerse las relaciones con el sector productivo, dado que es un error paralizar la economía a discreción, sin haber hecho un análisis técnico que equilibre la prevención con la productividad, de modo que aprobar una vez más el Régimen de Excepción, por parte de 56 diputados, solo refleja la decadencia de la Asamblea Legislativa, y desconocimiento del orden económico, sobre todo porque recientemente, aprobaron la gestione de un préstamo por $2,000 millones, lo cual supondría un aumento de la deuda soberana del 88% del PIB. De cada dólar producido se deberá $0.88.

Por lo que surge la pregunta ¿cómo le haremos frente a semejante deuda? En mi opinión, un misterio sin resolver, sobre todo porque la económica está paralizada, tengo claridad sobre la importancia de la prevención, sin embargo, de qué ha servido tanta prevención, si todo se ha echado a perder, con la improvisación de la entrega de los $300, por las aglomeraciones de personas con hambre, intentando retirar el beneficio, es decir todo ha sido manejado por neófitos, basados en cálculos electorales, cuya planificación ha sido la desorganización, de modo que la estrategia les ha salido al revés.

Por ello he insistido que debe hacerse un equilibrio entre prevención y producción, para alentar a la pequeña y microempresa, al artesano, al comerciante, al vendedor ambulante... aquellos que andan ganándose la vida honradamente, y puedan hacerles frente a sus gastos de vida, pero ha ocurrido lo contrario han sido excluidos. La visión de país, es tan nebulosa, que desde Casa Presidencial se ha señalado de enemigo oscuro a cierto empresario, que ha expresado, las falencias sobre la conducción de la crisis de salud y las medidas económicas inoperantes.

De manera que todo ello ha conducido a un caos de desinformación y a una depresión económica que va rumbo al colapso de miles de empresas que no podrán levantarse sino se estimula por medio de la inversión estatal o se les brinde un salvataje que valla más allá de simples suspensiones de pagos o perdón de intereses. Volviendo a la entrega del beneficio económico: ¿Cómo saber que en esa lista de un millón 300 mil hogares que recibirán el beneficio de $300 mensuales, están efectivamente los deben estar? ¿Quién, y con qué criterios, discriminó esa lista secreta?

Digo lo anterior por todos los casos irregulares que han comenzado a surgir, hasta cinco miembros de una misma familia han recibido el beneficio, algunas personas que están en los Estados Unidos, de igual forma, en detrimento de aquellos salvadoreños que si necesitan. Sin transparencia, solo se abriría el camino al clientelismo, podríamos sospechar que los miembros del partido en el gobierno, también saldrían beneficiados, por ejemplo. Además, los $300 que se entregará a estas familias, no provienen de las finanzas del presidente ni de su seno familiar, sino de los contribuyentes, incluyendo al empresario que ahora desprecia.

En estos duros momentos necesitamos; unidad, no división; transparencia, no secretividad; esperanza y no terror. Dice la Sagrada Escritura: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.