La alegría que se siente sólo es comparada a la que se vivió cuando El Salvador le ganó a México y se clasificó para el Mundial de Fútbol de España en 1982. En el ambiente el sentimiento general es de esperanza. Por fin se rompieron las cadenas: las cadenas de la ineptitud, de la inoperancia, de la cleptomanía, de la sinvergüenzada y de las mentiras.

Atrás queda un gobierno donde las autónomas se caracterizaron por chuparse y hartarse el 0.003 % de su presupuesto, como dijo el Presidente de CEPA en una ocasión, y que por cierto quedó en el olvido como tantas otras barrabasadas.

Terminan 10 años de saqueo, de estancamiento, de desangramiento en el amplio sentido de la palabra. Termina un gobierno que lo único que nos dejó fueron más impuestos que dos misterios dolorosos del Santo Rosario y una deuda pública que terminarán de pagar los nietos de nuestros nietos.

Atrás quedaron los días donde vivimos la pena ajena, cuando vimos ondear nuestra Bandera Nacional al revés y leímos en los consulados de El Salvador en el mundo, la frase que corona nuestro Escudo Nacional con errores ortográficos, o donde vimos en las grandes recepciones ofrecidas por países amigos a nuestros representantes que iban tan modesta y ridículamente vestidos.

Atrás queda la era donde todos los próceres de la independencia fueron presbíteros y doctores como por arte de magia; donde el hongo de la roya del café era confundido con un simple gusano y donde el faro que guiaba nuestro horizonte era un gobierno tirano y sanguinario que descuartiza a sus oponentes.

Se acabaron diez años de lujos desmedidos, de piñatas de 10 mil dólares, de recibos por 60 mil dólares para vestidos de la primera dama, de botellas de 5000 dólares y de docenas de zapatos y relojes para el presidente; se acabaron las compras de grandes propiedades, de viajes en primera clase alrededor del mundo, de grandes manjares que se embullían en los mejores restaurantes, mientras los alumnos recibían clases en escuelas sin techo, y los pacientes en los hospitales se morían por falta de medicinas o se escapaban a ahogar cada vez que llovía y el techo les caía encima cargado de grandes aguaceros.

Se acabó un gobierno que no tuvo presidente, porque siempre anduvo en Cuba y Venezuela, cuando pasaron las peores crisis del quinquenio, un presidente que ni siquiera dio lástima porque no pasó de dar risa. Bien dice el dicho: No hay mal que dure 100 años, ni país que lo soporte.

Jamás en nuestra historia se había visto que el término de un gobierno se celebrara con un desfile bufo como sucedió con el primer gobierno de izquierda y con tanta algarabía como sucede con éste. Ambos se caracterizaron por ser el peor fiasco de la historia que llevó a miles de personas engañadas a sacrificar sus vidas por alcanzar esos ideales, que no eran más que humo pestilente.

¡Se acabó! Y como dice la canción de Jeannete:

“Cuando cruces esa puerta todo, todo acabará

Luego nunca te arrepientas que de nada te valdrá

Ni palabras, ni promesas, Ni jurar que cambiarás

Si te vas, te vas del todo yo te lograré olvidar”.

Aunque parézcales a Ustedes bobo

Las ovejas votaron por el lobo;

 

Como son unos Buenos corazones

Por el gato votaron los ratones;

 

A pesar de su fama de ladinas

Por la zorra votaron las gallinas;

 

La paloma inocente…

votó por la serpiente;

 

Las moscas, nada hurañas,

querían que reinaran las arañas;

 

El sapo ansía, y la rana sueña

Con el feliz reinar de la cigüeña;

Con un gusano topo

Que a votar se encamina por el topo;

 

El topo no se queja,

más da su voto por la comadreja;

 

Los peces, que sucumben por su boca,

Eligieron gustosos a la foca;

 

El caballo y el perro, no os asombre,

Pues juntos votaron por el hombre…

 

Y con dolor profundo

Arrastrábase un asno moribundo.

Por no poder encaminarse al trote,

A dar su voto por el zopilote.

 

Caro lector que inconsecuencias notas,

Dime: ¿no haces lo mismo cuando votas?

 

Guillermo Aguirre y Fierro.

Autor del poema El Brindis del Bohemio

 

Vaya para ellos, mis más cordiales saludos, y un abrazo con deseos de buena voluntad.

Si así lo hiciereis… “que la Patria os premie…

Y si no, que ella misma os los demande”.