Miembros de las delegaciones del Gobierno y del FMLN en el Castillo de Chapultepec, luego de años de negociaciones por el fin de la guerra y la reforma política.



Hace 29 años el Gobierno de El Salvador y la entonces guerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) firmaba en el Castillo de Chapultepec, México, un Acuerdo de Paz que permitiría no solo el fin de la guerra sino de una larga historia de violaciones a derechos fundamentales, civiles y políticos que antecedía la misma guerra.

Diario El Mundo entrevistó a diferentes firmantes de la paz y al cardenal Gregorio Rosa Chávez. Todos, de diferente forma, reconocen logros del Acuerdo de Paz de 1992 como la libertad de expresión, el derecho a disentir sin ser perseguido o torturado, la reforma política y las nuevas instituciones.

Cada uno de los firmantes, de izquierda o derecha, recuerda cómo antes y durante la guerra había cuerpos de seguridad militares encargados de reprimir a personas que se oponían al Gobierno.

Del Acuerdo de Paz también reconocen la reforma que permitió acabar con una tradición de fraudes electorales durante la dictadura militar que fue la antesala del conflicto armado; así como también el giro que permitió que la Fuerza Armada se convirtiera en un actor de mantenimiento de paz en el mundo, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sin embargo, algunos ven retrocesos. Otros plantean retos, sobre todo a los jóvenes: asumir la hoja de ruta diseñada con ese punto de partida llamada Acuerdo de Paz que sentó las bases de una sociedad en donde los problemas del país se resuelven mediante el diálogo y la inclusión política.



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