En esta entrevista con Diario El Mundo, el doctor Alfonso Rosales tiene confianza en el sistema de salud pública salvadoreño, pero advierte dos cosas: el país debe mejorar la capacidad de diagnosticar el coronavirus y además tener un plan de acción para sostener la capacidad de absorción de pacientes en caso de un rápido influjo de casos.

 

¿En un país como El Salvador, cuáles son las medidas de prevención que debe tener el sistema de salud?

El Sistema Nacional de Salud, liderado y normado por el Ministerio de Salud es la columna vertebral en la protección del pueblo salvadoreño en general, pero en eventos epidémicos, adquiere un rol aun más importante. La vigilancia de la situación epidemiológica, la identificación temprana de casos sospechosos, su diagnóstico temprano, y el aislamiento consiguiente del caso, se convierten en el fundamento de esta protección de la ciudadanía. Otro eslabón importante en este sistema de protección, lo constituye la participación de las personas en seguir las indicaciones del Ministerio para la protección de la familia e individual. El Ministerio de Salud es el ente rector pero nuestra colaboración y apoyo al mismo es fundamental. Por ello, los medios de comunicación juegan un papel fundamental en transmitir información y educar a los conciudadanos para prevenir un brote epidémico de esta enfermedad en nuestro país.

 

¿Están preparados El Salvador y sus vecinos centroamericanos ante una epidemia como esta?

El sistema nacional de salud de nuestro país es reconocido a nivel internacional, como uno de los sistemas que más avances ha logrado en fortalecerse durante los últimos años. Su labor durante la epidemia de Zika del 2016 demostró la capacidad técnica de sus epidemiólogos. En una publicación “2019 Global Health Security Index” que rankea a los países en su capacidad para responder a pandemias, El Salvador fue rankeado 65 de 198 naciones con un puntaje de 44.2 (el puntaje máximo fue de 83.5 logrado por los Estados Unidos), en Centroamérica solo debajo de Costa Rica (ranking de 62, con un puntaje de 45.1) y similar a Colombia. Nuestro país, El Salvador, está preparado con médicos epidemiólogos y salubristas altamente calificados.

Dicho esto, el Ministerio de Salud debería concentrarse en dos aspectos fundamentales: aumentar la capacidad diagnóstica para la detección del coronavirus, y segundo, tener un plan de acción para sostener la capacidad de absorción de pacientes en caso de un rápido influjo de casos. Todos sabemos que el sistema hospitalario de nuestro país funciona a máxima capacidad en el día a día, entonces si la epidemia entrara en el país debería estar un plan instalado para su respuesta.

¿Cómo debemos estar preparados los ciudadanos ante la llegada de una epidemia como la de coronavirus?

Lo más importante para estar preparado ante un evento de esta magnitud de parte de la ciudadanía es la información. El ciudadano tiene que conocer, de fuentes creíbles como el Ministerio de Salud, cuales son las medidas de protección y prevención ante esta enfermedad. La lucha contra el novel coronavirus comienza en casa, en las escuelas, en los puestos de trabajo, en las iglesias y todos nosotros siguiendo las indicaciones, que solo pueden venir de nuestro Ministerio de Salud y nuestro Presidente. Ellos son los líderes de esta lucha. Recientemente me compartieron un vídeo de un líder de un partido político de nuestro país, haciendo unas declaraciones irresponsables y peligrosas para la salud de nuestra gente y la economía del país. Ese tipo de situaciones tienen que parar. No tratemos de beneficiarnos con los padecimientos de nuestra gente. No olvidemos que estas situaciones tienen importantes consecuencias económicas, especialmente para países emergentes económicamente como lo es nuestro país.



Hemos visto lo de las mascarillas por todos lados. ¿Qué tan útiles son?

Efectivamente, se ha visto una demanda creciente, especialmente de China, acompañados de especulación de precios y manipulación de inventarios, que está produciendo una crisis en el mercado de las mascarillas. Incluso afectando a hospitales en sus salas de cirugía en algunos países. La Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el uso racional de las mascarillas y evitar el mal-uso. En su sitio web recomienda el uso de mascarillas solamente si la persona tiene síntomas respiratorios (tos/estornudo), tiene sospecha de infección con 2019-nCoV (novel coronavirus) con síntomas leves, o está cuidando a una persona con infección sospechosa de coronavirus. Para personas sin síntomas respiratorios no se recomienda el uso de mascarilla.

 

Hoy China es la fábrica del mundo ¿Es posible contagiarse con algún producto chino que llegue a estos países?

El virus 2019-nCoV, es un beta coronavirus, rodeado por una membrana, lo cual lo hace mas susceptible a morir una vez fuera del sistema respiratorio humano, por lo cual, aunque todavía necesitamos aprender más de él, toda la información actual nos hace pensar que tiene sobrevivencia limitada en superficies externas. En conclusión, no parece posible contagiarse con productos provenientes de China.

 

Hace un siglo ocurrió la epidemia de la llamada gripe española y en El Salvador dejó centenares de víctimas mortales. ¿Cree que el coronavirus puede replicar una situación similar?

Los patrones de transmisión que está demostrando el novel coronavirus, y su tasa de mortalidad del 2 %, no descartan la posibilidad de una situación similar a la llamada gripe española. Ahora bien, tenemos que tener en cuenta, que el sistema de salud mundial, liderado por la OMS, está mucho más fuerte en su capacidad de respuesta cuando comparamos al sistema de salud global en 1918. Es más, en esa época no contábamos con un sistema de Naciones Unidas, que en estos casos nos hace más solidarios y unidos. A través de este sistema los científicos más brillantes, los epidemiólogos más capaces, y los expertos en epidemias unen esfuerzos para protegernos a nosotros ciudadanos del mundo.



¿Podría explicarnos cómo sería un confinamiento masivo o una cuarentena como las de las ciudades chinas afectadas? ¿Cómo viviría El Salvador una situación de esas?

Cuarentena es definido por la Real Academia de nuestro idioma, como el aislamiento preventivo a que se somete durante un periodo de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales. El término está estrictamente relacionado con la plaga y se remonta al año 1377, cuando el rector del puerto marítimo de Ragusa, que en ese entonces pertenecía a la República de Venecia, dictó oficialmente el aislamiento por 30 días de los barcos, que luego se tradujo en 40 días para los viajeros terrestres. La estrategia contra epidemias y especialmente contra enfermedades de fácil transmisión de humano a humano para las cuales no hay vacunas, ha resurgido, especialmente desde la epidemia del SARS. La medida es muy controversial, pues como sugerido por algunos expertos, hace más mal que bien, pues la gente esconde sus síntomas y trata de escaparse de los sitios o ciudades en cuarentena, haciendo la vigilancia epidemiológica mucho más difícil. Y acordémonos, la protección se fundamenta mucho en la identificación temprana de los casos.

 

Si esta enfermedad llegara mañana a El Salvador. ¿Con qué se trata este mal? ¿Hay medicamentos? ¿Qué funciona? ¿Antigripales?

En estos momentos hay varias investigaciones estudiando los efectos de algunos medicamentos sobre este nuevo virus. Al momento todavía no tenemos información pertinente al respecto. Pero si esta enfermedad llega mañana, los ciudadanos tienen que seguir las instrucciones del Ministerio de Salud, solo ellos nos dirán qué hacer y cómo protegernos. Recordemos que individuos inescrupulosos tratarán de aprovecharse del temor y pánico. Hay que tener mucho cuidado de vídeos en el internet, y de publicaciones irresponsables.

 

Si estalla una epidemia ¿Para dónde recomienda irse? ¿Quedarse en la ciudad? ¿Irse al campo?

De nuevo, lo que tenemos que hacer los ciudadanos es conocer las notificaciones y recomendaciones del Ministerio de Salud. Esta es la mejor medida de protección para nuestras familias, de lo contrario el pánico y el caos se apoderan de nuestro país y eso es lo peor que nos podría pasar, incluso más dañino que la propia enfermedad. Estos tiempos exigen que confiemos en nuestro gobierno, y que lo apoyemos siguiendo sus instrucciones. Repito de nuevo, los profesionales del Ministerio de Salud de nuestro país son de lo mejor de Latinoamérica y no lo digo yo, lo dicen las publicaciones científicas al respecto.



¿Usted ve factible que en los próximos años vamos a tener más epidemias de estas?

Definitivamente. Desde 1980, 87 especies han sido reconocidas como “nuevos” patógenos para el ser humano en el mundo. Existen al momento 1,400 patógenos capaces de infectar al humano, de esto 500 son capaces de transmitirse de “humano-a-humano”, y dentro de este grupo hay 150 patógenos con capacidad potencial de causar epidemias. El cambio ecológico global (con su cambio climático), el proceso global de urbanización (migración de la zona rural a las ciudades), y el comportamiento humano, son los principales factores que continuarán produciendo nuevas enfermedades infecciosas, a un ritmo de tres por año, como lo hemos estado experimentando.

 

¿Usted cree que en China hay más casos de los que se reportan en cifras oficiales?

Indudablemente. Según modelos matemáticos, se estima que únicamente el 10 % de los casos se está identificando, la gran mayoría de casos supuestamente son asintomáticos (sin síntomas) y/o con sintomatología respiratoria leve que no amerita la búsqueda de atención medica y por lo tanto no son captados por el sistema de vigilancia del país.

 

En algunos medios asiáticos hemos oído hablar de la transmisión asintomática, ¿Cómo funciona eso?.

Esto se da cuando una persona está infectada con el virus y no presenta síntomas respiratorios. Hasta el momento solo hay un caso reportado de un niño en una familia china que se le aisló el virus sin presentar síntomas respiratorios. Por lo tanto, es una posibilidad, pero aún no sabemos su frecuencia y magnitud.

 

Perfil

El Dr. Alfonso César Rosales es salvadoreño, graduado de la facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador y con un postgrado en Medicina Tropical y Salud Pública de la Universidad de Tulane en New Orleans, EE.UU. Actualmente labora para World Vision en Washington. Ha tenido una amplia experiencia en América Latina, África y el sudeste asiático. Lideró la respuesta que su institución dio a nivel regional contra el Zika en el 2016, colaborando con los ministerios de salud de El Salvador, Guatemala, Honduras, Colombia, Brasil, y República Dominicana. Ha publicado artículos en revistas científicas y ha sido conferencista en congresos médicos.