En la medida que se profundiza la crisis por la enigmática expansión del Covid-19, aprieta la desesperada necesidad social de sobrevivencia económica. La estrategia debe ser replanteada hasta encontrar la manera más efectiva de lidiar con semejante amenaza, atinando a los mecanismos de reanimación productiva.

La OMS considera que lo peor está por llegar, por lo tanto, con este flagelo tendremos que aprender a convivir a mediano plazo, así como sobrevivimos a los riesgos de la pasada guerra civil o al actual fenómeno criminal de las pandillas. Esto no significa un acostumbramiento pasivo, sino construir respuestas colectivas que nos permitan adecuarnos para enfrentar y superar cada reto.

La resiliente capacidad en las maneras de enfrentar la crisis, implica no seguirse escudando en la sorpresa. Hay una diversidad de ejemplos y experiencias positivas y negativas en el mundo, como para afinar nuestra estrategia de combate a la pandemia. La división, fracturas políticas, debilitamiento institucional y democrático que impiden una visión y proyección común, la falta de fundamentos científicos y técnicos para abordar la crisis, han sido señalados como errores significativos que se profundizan con el surgimiento de prácticas corruptas como la malversación de recursos financieros y materiales.

El enfrentamiento entre sustentadas posturas científico técnicas contrasta con el irracional estilo centralista y autoritario del presidente Bukele. Esa aparente tozudez encubre un oscuro entramado de negocios que apenas se empiezan a descubrir. Varios casos de probable corrupción están bajo investigación, hasta donde se sabe en ellos participan toda una rosca de altos funcionarios, familiares y allegados al gobierno, precariamente amparados en el abusivo manejo de la declaración de emergencia.

Además es evidente el plan político de incidencia social y control territorial de cara a los próximos comicios, con el frenético objetivo de acumular mayor poder político y dominar las instituciones contraloras del Estado, domesticando su composición para encubrirse y evadir responsabilidades futuras sobre los desmanes en el manejo de cientos de millones de dólares.

La premura del primer año de gobierno y la sorpresiva y atropellada incursión de la pandemia no les permitió crear fachadas empresariales para ocultar la apropiación de los contratos de compras y servicios gubernamentales; la repunta del río revuelto de necesidades, a cual más urgente, los lanzó sin compostura a la garduña de una piñata cargada de recursos, desnudando sus empresas en bochornoso espectáculo –que apenas se asoma -, en clara contravención de normas éticas y de la LACAP.

Adicionalmente al marco regulatorio ordinario, la Asamblea Legislativa con el Decreto 606 determinó reglas para administrar recursos financieros durante la emergencia, obligando a presentar en 30 días informes detallados. Solo en los primeros 90 días el gobierno manejó $179 millones en 200 procesos de compras, de los que únicamente el 20% refiere algún detalle en dichos informes.

Millones de dólares en contratos de alojamiento de los campos de contención, alimentación, transporte, combustible, publicidad y medicamentos, aún están en la opacidad lo que pone en duda el manejo de los 2000 millones de dólares aprobados. Asimismo, el gobierno solicitó $450 millones para distribuir $300 a un millón y medio de hogares, de los que solo entregó $375 millones, sin que haya certeza de los beneficiarios; mientras tanto crece el clamor de miles de hogares denunciando no haber recibido nada y son públicos los señalamientos de la CCR, con dudas sobre aproximadamente cien mil beneficiarios que habrían recibido $30 millones.

Tras el compromiso del presidente Bukele de distribuir 2.7 millones de canastas también ha resultado oscuro su manejo. De acuerdo a datos públicos, finalmente se redujeron a solo ochocientos mil y, según consta en redes sociales, su distribución ha sido bajo la bandera de un partido político que a todas luces se aprovecha de los recursos públicos.

El flamante “mejor hospital de América Latina” es otro hoyo negro. Esta infraestructura es una adecuación de otra construida, con equipamiento arrebatado a otros hospitales y préstamos del ISSS y sin que a la fecha muestren resultados de atención medica efectiva; mientras, el estremecedor relato en Facebook y en El Faro del diario personal del Dr. Benjamín Coello es un duro testimonio del heroico combate en primera línea de mujeres y hombres trabajadores de la salud contra el COVID-19, en medio de gravísimas carencias de insumos y equipos que ven desfilar una danza de millones que se pierden en una alcantarilla de presuntos hechos de corrupción, bajo el silencio del presidente Bukele.