El sector cafetero ha perdido en el ciclo 2019-2020 hasta 14,637 empleos por la caída en la producción y la falta de solvencia financiera de los productores para continuar sus actividades ante la crisis de bajos precios internacionales.

En las últimas dos décadas, el sector comenzó a reducir su generación de empleos conforme perdía productividad y se enfrentaba a crisis climáticas, tales como la roya de 2013 o la sequía de 2015 que ocasionó una pérdida de 7,021 empleos. Sin embargo, en los siguientes tres ciclo mostró una mejora y la contratación de colaboradores se mantenía con leves incrementos.

No así, para el ciclo 2019-2020 se revertió el avance mostrado en los últimos cuatro años y los datos del Consejo Salvadoreño del Café (CSC) muestran que hasta febrero pasado el sector había perdido 14,647 empleos. Esto significa una caída de hasta 30 % frente a los 47,756 empleos generados en el ciclo 2018-2019.

Al comparar con febrero del ciclo 2018-2019, cuando se reportaban 44,665, la pérdida de empleos hasta el segundo mes de 2020 equivale a 11,546 menos. No obstante, para la Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal) el panorama no cambiará en los meses restantes para el cierre de la cosecha 2019-2020 -que va de octubre a mayo del siguiente año- porque solo falta la corta de café de estricta altura y representa el 18 % del parque cafetero.

Omar Flores, presidente de la gremial, aseguró que esta caída en el empleo es la consecuencia directa de la baja producción que se tendrá este ciclo, pues la mayoría de los pequeños productores no realizó las actividades de cuido de fincas, otros las abandonaron y algunos prefirieron podar los cafetos y sembrar en su lugar granos básicos.

El CSC reporta que hasta febrero pasado la producción alcanzó 662,385 quintales de café, equivalente a una caída de 26 % (unos 230,850 quintales menos) frente a los 893,235 registrados en el mismo período del ciclo 2018-2019. En tanto, la institución justifica el bajo volumen debido “al retraso en el inicio de la recolección de café por la tardía maduración del grano”.

 

Retrasan actividades

Tras decretarse las restricciones a la movilidad de personas para evitar la propagación del COVID-19, algunos caficultores han optado por no acudir a las fincas para realizar las actividades de sombra y poda de café. Si bien este sector tiene permitido mantener sus actividades, los productores tienen incertidumbre y tampoco disponen recursos financieros para continuar trabajando, aseguró Flores, al recordar que acumulan tres años de experimentar caídas en los precios internacionales.

Los cafetales están en plena floración y es momento de preparar las fincas para el ciclo que comenzaría en octubre próximo. “Pero estamos mal porque el trabajo está parado”, aseguró Rosario Ramos Gómez, productora de Candelaria de la Frontera, en Santa Ana, quien aseguró que los colaboradores no quieren ir al campo por miedo.

De momento, aseguró Gómez, sobreviven con los alimentos que obtienen de los cultivos de la zona, como guineos, flores de izote y los granos básicos que mantienen de reserva. Daniel Linares, productor de Santa Ana, también aseguró que ha paralizado las actividades de la finca “porque la gente no quiere trabajar”.