Las protestas culminadas en destrucción iniciadas en Chile, en la muy pacífica, civilizada y próspera Chile, la plurinacional serrana Bolivia, y la legalista Colombia da a pie a preguntarnos qué sucede en la región; el origen del vandalismo culminado en incendios de hoteles, edificios del gobierno, librerías y supermercados; saqueo de casas comerciales que van desde la venta de ropa interior hasta autos, televisores, motos, comida rápida, cajeros automáticos y bancos. Y así, día tras día, sin que nadie detenga esa orgía desenfrenada de suicidio y masoquismo colectivo.

Por supuesto que tiene un detonante, un origen, cabalgado por la contraofensiva de esa nueva izquierda que no se detiene en el marxismo, sino que conlleva el tráfico de drogas, armas, personas, corrupción, lavado de dinero, minerales, y la pretensión de sustituir el modelo democrático sustentado en el poder electoral, por la continuidad en el autoritarismo, cuando no tiranía, del líder o del partido, tal como si estuviéramos en presencia de una novedosa y curiosa expresión del absolutismo monárquico del pasado.

No es el “fin de la historia”, pero sí enfrentamos cambios estructurales en la sociedad que escapan a nuestro entendimiento. Theihard de Chardin (1881-1955) ese filosofo y científico jesuita castigado y reivindicado por el Vaticano por sus ideas evolucionistas, sobre el cristianismo y el hombre, sintetizaba su teoría en el Punto Omega, como la culminación de la civilización y la creación, y de un cristianismo sin liturgia ritualista, ni dogmatismos sin base. En tanto que Juan Bautista Vico (1668-1744) tomó al mito de Sísifo para interpretar la historia, como un ir y regresar al mismo punto de partida, en una eterno “corsi e ricorsi” de la evolución de la humanidad; en este sentido pareciere que estamos de vuelta a la edad primitiva, luego de haber pasado por la divina y la heroica; a lo menos en aquellas regiones donde se posesionó la cultura Occidental.

Cuando leo que el objetivo es regresar a la normalidad, me quedo tan sorprendido como cuando toqué las aguas del Mediterráneo con toda aquella carga de historia, dioses, batallas y espiritualidad. No sé qué es volver a la normalidad. Por convicción y elección me quedo con las afirmaciones de Chardin, pero la realidad nos dice que estamos en proceso de regresar a la edad humana, luego de la heroica cuando se constituye el Estado de Derecho. Es decir, al regreso a la ley del más fuerte, la arbitrariedad y la tribu.

¿Qué representa Occidente? muchas cosas, pero en un esfuerzo de síntesis, diríamos que la Carta Magna de 1215 del Rey Juan sin Tierra y lo que vino después de ella y, la cultura greco-judeocristiana con su valoración de la dignidad humana, y lo que representa en lo personal y antropológico.

En 1980 el Arzobispo de San Salvador Arnulfo Romero fue asesinado por un francotirador mientras oficiaba la Eucaristía en una pequeña capilla de un hospital. En 1982 los sandinistas le tendieron una trampa al padre Bismark Carballo, le vaciaron aguardiente en la ropa, lo desnudaron, lo retrataron y pasearon por las calles de Managua. En 1984, bajo el gobierno del general Jaruzelsky en Polonia, se secuestró y asesinó al sacerdote Jerzy Popieluszko, por sus encendidos discursos contra la dictadura comunista. En estos casos había odio individualizado de las dictaduras por las posturas de los clérigos.

El caso de Chile es diferente, los supuestos vándalos, luego de haber destruido, inhabilitado, quemado 17 estaciones del Metro que atraviesa Santiago a una misma hora y un mismo método, se han dedicado a incendiar templos católicos y evangélicos, entre ellos la Catedral de Valparaíso y el Santuario (monumento nacional) de los Sacramentinos; representaciones de Cristo y de María han sido llevadas a las calles, decapitadas e incendiadas, a la par que pintaban consignas como “iglesias bastardas” en las paredes de los templos. Y en Nicaragua, la Policía Nacional y las hordas sandinistas, impiden que los párrocos entren a sus templos, y reprimen a los feligreses que se acerquen a ellos. Y uno se pregunta ¿esto qué tiene que ver con el fondo de pensiones, el costo del ticket del metro, o la exigencia de los curas para que se respeten los derechos humanos?