La ciencia ha descubierto una nueva alternativa para acabar con las arrugas. No se trata de mascarillas, tratamientos o cremas antienvejecimiento, es más bien un método placentero en el que podría encontrarse la fuente de la juventud.

Un estudio de la Universidad de California, en Estados Unidos, ha determinado que la frecuencia con la que tenemos sexo puede influir directamente en el estado de nuestra piel. Para la investigación fueron seleccionadas 129 mujeres con diferentes frecuencias de sexo.

Los expertos recolectaron muestras de sangre de las participantes para determinar la longitud de sus telómeros, que son los componentes que recubren las bases del ADN y que han demostrado que con el paso de los años se vuelven más pequeños, lo que coincide con la aparición de las líneas de expresión. Luego se asignó a un grupo de participantes tener relaciones sexuales ocasionalmente, y otro grupo hacerlo al menos una vez a la semana, así analizarían los cambios en los telómeros.

En el estudio se determinó que aquellas mujeres que habían tenido sexo con frecuencia, mínimo una vez a la semana, habían producido un crecimiento evidente de telómero. El hallazgo puede representar una nueva forma de combatir el envejecimiento con el placer.