Escuchando la participación de las delegaciones de gobierno en la asamblea general de la Organización Mundial de la Salud durante esta semana, la palabra más repetida que escuché fue la de solidaridad. ¿Pero qué significa solidaridad? La solidaridad es el apoyo o la adhesión circunstancial a una causa o al interés de otros, de acuerdo con la definición de la Real Academia Española. O sea, ser solidario es ayudarse mutuamente para conseguir un bien común. Muchos de los representantes de los diferentes gobiernos, mencionaron que la solidaridad internacional y el multilateralismo, eran esenciales para combatir una crisis global como la presente pandemia. ¿Pero y a pesar de la retórica, los países han reaccionado solidarios entre ellos? ¿Y más aún cómo ha sido la solidaridad a lo interno de los países?

Nuestro país no ha sido solidario con los miles de ciudadanos salvadoreños varados en diferentes países, la mayoría de ellos entrando en su tercer mes, fuera de sus casas, alejados de sus familias. Su repatriación ha sido dolorosamente lenta y laboriosa, muy a pesar de los incesantes anuncios de los “mucho que se está haciendo”. Nuestro país no ha sido solidario con nuestra gente recluida en los mal llamados “centros de contención”, donde los derechos más fundamentales del individuo han sido avasallados.

Nuestras fuerzas políticas no han aunado esfuerzos para batallar a un enemigo común, sino que todavía se encuentran hundidas en estrategias de campañas políticas partidarias y obstaculizándose unos con otros. Si con pitar todas las noches creemos que somos solidarios, estamos muy equivocados.

¿Ha sido nuestro país solidario con otros países centroamericanos? ¿Qué cooperación hemos hecho los países centroamericanos? Protegerse a lo interno, sin importar el vecino, amigo o hermano. Uno de los objetivos en los que se fomenta el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), es la identidad y solidaridad centroamericana. La gran solidaridad centroamericana ha sido el cierre sistemático de fronteras, y el ataque abierto a estrategias sanitarias de países vecinos con el propósito, hasta el día de hoy, para mí, incomprensible. ¿Qué hace el SICA para promover la solidaridad de los países centroamericanos? Juntos saldremos adelante, todos por Centroamérica, dicen los hashtags del SICA, pero al revisar su informe de actividades y logros, todo queda en lemas baratos y vacíos. El día de hoy, los transportistas panameños y nicaragüenses bloquean las fronteras con Costa Rica, en protesta por las medidas unilaterales del gobierno de ese país para controlar el ingreso de casos infectados de COVID-19. Que continúe el SICA con sus eslóganes, que barato les saldrán a los diferentes países de la subregión estar manteniendo organismos de dudosa competencia.

¿Pero, al menos a nivel global somos solidarios? Y muy solidarios cuando los embargos a países como Irán, Venezuela, Cuba o Corea del Norte no fueron levantados. Las Naciones Unidas a través de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, argumentó que estos embargos afectaban negativamente estos países al limitar el acceso a material médico y medicinas durante la pandemia. Muy solidariamente, los embargos se mantuvieron, aun a pesar de que Irán se encontraba entre los 10 países a nivel global con mayor número de casos y muertes. Muy solidariamente también, algunos países redireccionaban cargamentos de material médico, en lo que los medios llamaban la “piratería moderna”. Cargamentos originalmente destinados hacia un país eran embargados y redireccionados hacia otro país.

Las mascarillas N95, repentinamente se convertían en artículos altamente preciados y por las que algunos países, “solidariamente” se mordían los unos con los otros. Muy solidariamente, países ricos suspendían financiamiento a la Organización Mundial de Salud (OMS) y así justificar la incompetencia de sus políticas y estrategias sanitarias de país en el manejo de la epidemia. ¿Qué mejor chivo expiatorio que la entidad más importante para el mundo en su lucha contra la pandemia?.

Los gobiernos y sus ministerios de salud, se llenan la boca durante estas conferencias internacionales hablando de solidaridad, y de multilateralidad. El COVID-19 nos muestra la realidad de esa solidaridad. ¡Sálvese quien pueda, es el slogan!