La propuesta de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de lograr una integración logística, comercial y energética entre México y los países del Triángulo norte de Centroamérica, como parte de un plan para frenar la migración irregular hacia Estados Unidos, suena como un paso sensato, lógico y realista que no solo detendría este fenómeno sino que le daría oportunidades de desarrollo y progreso a la región.

Y es que la migración ilegal solo se detendrá precisamente con la inversión que genera empleos y oportunidades de desarrollo que mantenga a los habitantes de estos países en sus pueblos.

La propuesta de la CEPAL descansa en cuatro pilares: desarrollo económico, bienestar social, sostenibilidad ambiental y la gestión integral del ciclo migratorio. Es importante que el enfoque está en la seguridad humana, no en seguridad nacional o en la seguridad de las fronteras.

El canciller mexicano advirtió que para cumplir este plan, se necesitaría una inversión de “alrededor de $10,000 millones al año” durante una década, por lo que es esencial la ayuda y el compromiso de la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos y Canadá. Si realmente la comunidad internacional quiere soluciones permanentes, este es el camino correcto para emprenderlo.