Donald Trump terminará su gobierno con un el récord de tener un segundo juicio político en su contra y una posible inhabilitación de cargos públicos que le impidan soñar con otro mandato presidencial en Estados Unidos. El mandatario saliente ha sido una colección de mentiras, insultos, arrogancia y prepotencia desde su primer día de mandato. En eso hasta El Salvador ha sido parte cuando nos llamó “Shithole”, ¿recuerdan?.

Lo increíble es cómo hay gente que dice creer en la democracia y llamarse “cristianos” que aún defienden a Trump, sus caprichos y sus mentiras. Uno puede estar en desacuerdo con los demócratas pero ¿avalar a un tipo como Trump? ¡Por favor! La vida es algo más que blanco y negro. En un país sin institucionalidad democrát4ica fuerte, Trump hubiera sido un dictador de república bananera, con el agravante de contar con recursos inmensos, el ejército más poderoso y el arsenal nuclear más grande del mundo.

Pero como todo dictador, el uso de temas como el aborto o el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén, fueron utilizados como herramientas para aplacar a los conservadores religiosos, hartos de los Clinton y otros demócratas liberales. Pero Trump tiene lo de cristiano lo que yo tengo de tailandés. Su comportamiento misógino y racista son una vergüenza para el llamado “líder del mundo libre” y solo basta recordar cómo trataron a nuestros niños migrantes para rechazarlolo suficientemente. Trump terminará siendo un amargo capítulo en la historia estadounidense, instigador de grupos supremacistas blancos y del asalto al Capitolio. Una pésima página de la historia.