La vulnerabilidad en la salud mental de los migrantes ha ido en aumento con la amenaza de la detención y deportación. Pero, pocos son los que están poniendo atención.

Estudios llevados a cabo con hispanos en Estados Unidos demuestran que el miedo a la deportación, la discriminación, el dominio del idioma y el estatus migratorio son factores que producen estrés a diario.

La ansiedad ante la posible separación forzada de los seres queridos es también una fuente de profunda angustia, así como se evidencia plenamente en un reciente capítulo del podcast norteamericano This American Life.

Y ello sin contar las redes criminales a las que los migrantes indocumentados se encuentran particularmente expuestos, al entrar y salir del país.

Si a esto se le suma la desesperanza y la frustración de ver truncado el proyecto de vida en el país receptor y la falta de oportunidades en el país de origen, la combinación puede resultar letal, así como se vio en Tijuana el mes pasado.

Las autoridades en zonas fronterizas han advertido que se están preparando para más "casos de esta naturaleza".

La especificidad de las problemáticas psicosociales que enfrentan los migrantes ha llevado a los expertos a acuñar el término "síndrome de Ulises".

Este síndrome también tiene síntomas físicos como la fatiga crónica acompañada de dolores de cabeza, colitis, gastritis y cansancio.