Las decisiones tomadas por el presidente Nayib Bukele para una cuarentena obligaroria de 30 días son una medida extrema ante una pandemia que crece exponencialmente y mata diariamente a miles de seres humanos alrededor del planeta.

Es un sacrificio enorme el que tenemos que hacer como sociedad, como empresa privada, como actores económicos. Las pérdidas serán enormes y el impacto sobre el crecimiento económico mundial y nacional serán fuertes. Pero se trata de salvar vidas, de evitar el colapso del sistema de salud y de retrasar lo más posible el contagio masivo de casos que se vuelva incontrolable de manejar como estamos viendo aún en las naciones más desarrolladas del mundo.

Todos los recursos deben ir hacia la salud y hacia la recuperación económica, hacia salvar las actividades esenciales que nos permitan atravesar estos difíciles momentos. Son medidas extremas pero correctas. Si Italia hubiera tomado estas restricciones hace un mes, seguramente no tendría el número de víctimas actuales. Lamentablemente es un ejemplo trágico de lo que no debe hacerse. Y desafortunadamente seguimos viendo gobiernos irresponsables como los de México y Nicaragua repitiendo patrones.

Cuesta entender. Necesitamos disciplina y concientizarnos profundamente con las restricciones para entender que es nuestra vida y la de nuestros seres queridos la que está en juego. Luego tendremos que luchar duramente para levantarnos y salir adelante.