Al tiempo que la embajadora de los EE.UU., Jean Manes, expresaba que en el gobierno del Presidente electo “esperamos (que) está seleccionando gente capaz y competente de hacer sus cargos”, Nayib Bukele anunciaba que la Corporación Privada de Inversiones en el Extranjero (OPIC) podría financiar más de $ 1,000 millones, en proyectos en nuestro país. “El boom económico de El Salvador está en camino”, publicó en su cuenta de Twitter. (DEM/20-03-2019). No sé por qué, ese mensaje me hizo recordar a Nuevo Cuscatlán.


La embajadora Manes pidió responsabilidad fiscal (no cree que la Asamblea Legislativa tenga un análisis profundo de si hay o no dinero para el FODES) reiterando que su gobierno y organismos van a apoyar al nuevo gobierno.


Estimo necesario expresarle, respetuosamente a la diplomática, que capacidad y competencia no bastan. Inexorablemente se requiere que ambas vayan acompañadas de la honestidad que debe caracterizar a todo funcionario público -sin excepción alguna- que alcance el honor de servirle a su pueblo desde cualquier posición que ocupe. Ha sido por la ausencia de ese valor que hemos visto la gigantesca y generalizada corrupción.


Si pudiéramos caracterizar las dos gestiones gubernamentales del partido comunista en El Salvador, bastarían cuatro palabras: corrupción, incapacidad, ineptitud y fanatismo. En el tema de la corrupción, su máximo exponente ha sido el malhadado Funes Cartagena. La incapacidad e ineptitud se ven claramente reflejadas en la imposibilidad de contener la criminalidad de las pandillas, tanto como haber dejado crecer la problemática del transporte, que ha alcanzado niveles increíblemente alarmantes. El fanatismo se da por descontado. Se requiere tener, además de una actitud demencial, un fanatismo a ultranza para tener como referente a la tiranía de Maduro y – de paso – apoyar de manera desvergonzada al “hermano Daniel Ortega”, como le llaman en la jerga marxista leninista los “revolucionarios criollos”, quien de manera impune reprime, encarcela y asesina a sus compatriotas.


Un gabinete de gente capaz, competente y honesta es posible integrarlo en El Salvador. Existe suficiente talento humano entre hombres y mujeres profesionales con experiencia, como para hacer una selección en base a la ejecutoria y méritos que hayan tenido en su vida laboral. El presidente electo debe tener mucha inteligencia y sentido común al hacer la selección. Como decía John F. Kennedy “Un hombre inteligente, lo es, porque se rodea de gente más inteligente que él”.


En el caso salvadoreño, de los gobiernos militares se puede cualquier cosa (represivos y autoritarios sí, pero deberían ser juzgados de acuerdo al momento histórico en que les tocó desenvolverse). Pero de los expresidentes Julio Adalberto Rivera, Fidel Sánchez Hernández y Arturo Armando Molina no se podría decir nunca que no fueron inteligentes. Al contrario, supieron rodearse de profesionales brillantes, capaces y honestos. Los resultados de su obra están allí, a la vista de todos. Sentaron las bases para el desarrollo del país, interrumpido por el conflicto con Honduras y por la cruenta guerra de los años 80, donde la subversión intentó tomar el poder político por la vía armada, destruyó la infraestructura económica y forzó la migración masiva hacia los Estados Unidos.


Un gabinete capaz, competente y honesto podrá integrarlo el Presidente electo, si y solo sí, excluye a algunos personajes impresentables que, de manera vulgar y ofensiva, hicieron la campaña sucia a favor del señor Bukele. Eso hubiese sido comprensible si los insultos y amenazas proferidas hubiesen emanado de gente iletrada, faltos de educación o sin experiencia política. Lo vergonzante es que provinieron de personas que – por la práctica del histórico cuotismo político electoral –presidieron instituciones importantes en otros gobiernos. En otras palabras, es gente aparentemente educada, pero probadamente inculta y prosaica.


Llevar en su gabinete a funcionarios o asesores de esa calaña, sería un grave error. El mensaje que estaría dando, nacional e internacionalmente, sería nefasto. Un gabinete de gente capaz, competente y honesta es lo que necesita El Salvador.