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En octubre y noviembre de 2018, los patrulleros marítimos 13 y 14 de la Fuerza Naval interceptaron en alta mar dos semisumergibles transportando fuertes cargamentos de cocaína con la viñeta “Amore”. Los fiscales al frente de esos procedimientos fueron alertados por los colombianos y guatemaltecos capturados que los bultos que contenían los paquetes de un kilogramo cada uno estaban abiertos, pese a que cuando salieron del Puerto San Buenaventura, en Colombia, estaban completamente amarrados.

Esa información proporcionada por los extranjeros fue considerada como irrelevante para los fiscales e investigadores antinarcóticos de la Policía Nacional Civil, pese que al verificar los bultos detectaron que algunos estaban abiertos y que las cantidades de kilogramos de cocaína que se suponía debían resultar no cuadraban.

Una fuente muy cercana a la investigación reveló que el colombiano Jaime Solís Rentería le dijo a uno de los fiscales, de quien no precisó el nombre, que los miembros de la Fuerza Naval habían abierto los bultos para robarse la droga, a lo que ese representante de la Fiscalía General de la República respondió que esa información la dijera en la audiencia inicial para que ante el juez quedara constancia de ese supuesto robo de cocaína que hicieron los militares.

Precisamente en la audiencia inicial, realizada por el Juzgado Primero de Paz de La Unión el 16 de octubre de 2018, en el derecho a la palabra que se le otorgó a Solís Rentería, hasta cierto punto hizo un reproche a las autoridades salvadoreñas porque había colaborado con el Estado de El Salvador, pero que no había recibido un trato similar.

El colombiano pidió perdón y manifestó que él y sus compatriotas viajaban en el semisumergible transportando la droga porque un grupo armado de Colombia los obligó y que pese a la información y colaboración nunca se les consideró.

Denunció que trasladaban 100 bultos en sacos de nylon negros amarrados con un lazo verde y que cada uno contenía 20 paquetes cubiertos con una cinta adhesiva beige con una viñeta de nombre “Amore”. Pero de los 100 bultos, uno era diferente, ya que venía en una bolsa de colores y en su interior tenían que haber 20 paquetes pequeños y hacían falta dos cuando la Fiscalía y los agentes de la División Antinarcóticos (DAN) levantaron esa evidencia.

Es decir, en ese cargamento transportado por el semisumergible se trasladaban 100 bultos que contenían 20 paquetes de un kilogramo cada uno y que debían sumar 2,000 kilogramos de cocaína. Sin embargo, en el acta del decomiso se hace constar que fueron 1,998 paquetes rectangulares con un peso total de 1,998 kilos.Los números no cuadraron.

En el expediente que subió del Juzgado Primero de Paz de La Unión al Juzgado Primero de Instrucción de esa misma localidad, consta el acta donde el colombiano Jaime Solís Rentería revela esa irregularidad. Además las mismas actas de inspección de fiscales y policías evidencian ese faltante de cocaína, pero en la Unidad Especial de Delitos de Narcotráfico nunca se abrió un expediente, ni mucho menos se instruyó a algún fiscal para que indagara. Es decir, la jefa de esa unidad especializada obvió esa anomalía.

Un mes y ocho días después que el Patrullero Marítimo 13 (PM-13), con nueve tripulantes y al mando de un teniente de navío, interceptara el semisumergible con los 1,998 kilogramos de cocaína, el PM-14, con la misma cantidad de tripulantes y también al mando de un teniente de navío, interceptó otro semisumergible trasladando 6,380 kilogramos de cocaína. Este ha sido el cargamento de droga más grande incautado en los últimos años.

De igual manera, en este decomiso detectaron ciertas irregularidades. Los paquetes de cocaína habían sido abiertos, pero en este decomiso los cuatro colombianos y un guatemalteco detenidos no aportaron información.



El hallazgo

Casi dos meses después del último decomiso del semisumergible con paquetes de cocaína marcados con la viñeta “Amore”, en la base de la Fuerza Naval de Acajutla, departamento de Sonsonate, se incautó un kilogramo de cocaína con la referida viñeta. El paquete rectangular se ocultaba en un chaleco blindado de uso exclusivo de miembros de la Fuerza Naval. El ministro de Defensa, David Munguía Payés, confirmó el pasado jueves 21 de febrero ese hallazgo ocurrido el 1 de enero de 2019.

Fue hasta ese momento en que la relevancia y credibilidad que fiscales y policías le negaron a la información proporcionada por el colombiano Jaime Solís Rentería cobró fuerza y la jefa de la Unidad Antinarcotráfico ya no pudo obviar la información denunciada y plasmadas en actas sobre el supuesto robo de paquetes de cocaína que habrían ejecutado miembros de la Fuerza Naval, luego de interceptar los semisumergibles y capturar a sus tripulantes.

Del decomiso de ese paquete de un kilogramo de cocaína, en la base de la Fuerza Naval de Acajutla, no hay registro público porque desde el 1 de enero el caso se ha manejado herméticamente y en la Unidad Especializada de Delitos de Narcotráfico se ha abierto la investigación con reserva, según señaló una fuente a Diario El Mundo.