Por los últimos meses, la crisis fiscal y la crisis económica provocada por la pandemia de coronavirus han generado dudas sobre la macroeconomía salvadoreña y la sostenibilidad de la dolarización de nuestro sistema económico. Esas conjeturas han generado incertidumbre y dudas que hace solo unos días el ministro de Hacienda ha empezado a disipar.

El mensaje del ministro de Hacienda que el gobierno no está considerando desdolarizar y que el tema no se ha discutido con organismos multilaterales, ni con empresarios, es un mensaje de certidumbre que el país entero y los actores económicos en particular necesitaban escuchar tan contundentemente como se dijo.

Para mantener la economía dolarizada deben ingresar dólares a través de préstamos, inversión extranjera directa, las remesas o vínculos comerciales como exportaciones, pues El Salvador no puede producir el dinero que circula. Con la pandemia, estos ingresos sufrieron drásticas caídas mientras que la situación fiscal se deterioró, lo que empujó la idea en los países dolarizados de una eventual desdolarización.

Las maneras más sostenibles de mantener la dolarización son el aumento de nuestra productividad que permita que bienes y servicios los podamos exportar y generen ingresos, y además, captar inversiones extranjeras que creen empleos y también generen ingresos. Eso es fundamental para el país. Para ambas cosas se necesitan mensajes de certidumbre como estos, reglas claras, un clima de negocios y una seguridad jurídica que den confianza a los empresarios que los animará a seguir invirtiendo en el país. El camino es claro.