Si bien es cierto que cada gobierno entrante en un país decide cuales serán los ejes de su política exterior, no es menos cierto que también ello incluye adónde estarán las prioridades y cuáles serán los intereses a tomar en cuenta para implementarla. Por ello, la forma más adecuada para establecer los ejes, las prioridades y los mecanismos de dicha implementación, deben estar totalmente alineados con las apuestas, los ejes y las prioridades del plan de gobierno que se está buscando llevar a cumplimiento cabal.

Es de harto conocimiento en materia de política exterior y política internacional, que ésta se basa en los intereses nacionales más que en ideologías u otro elemento diverso, lo cual para nada quiere decir que un determinado gobernante no tenga su ideología política particular, y lo cual tampoco quiere decir que no se pueda establecer una ratio correlativa entre una alta dosis de realismo y una cierta dosis de idealismo, como ocurre en muchos casos de política exterior en diversos países. Pero a fuerza de ser sinceros, la aplastante y vasta mayoría de países fincan su política exterior en una alta dosis de realismo, por no decir prácticamente la totalidad de la misma.

Por ello, para comprender las muy particulares y concretas decisiones de política exterior e internacional de un gobierno, hay que tener claridad del lugar donde se encuentran las prioridades y el tipo de política exterior que se ha escogido desplegar. En el caso salvadoreño, me parece que el actual gobierno ha decidido establecer los ejes de nuestra política exterior en el bilateralismo priorizado, primero con el principal socio comercial de este país, EE.UU., y luego con el eje México-Centroamérica -entiéndase fundamentalmente los vecinos del triángulo norte-. En un tercer estadio y siempre dentro del bilateralismo priorizado, con países de Suramérica y Asia pacífico -particularmente China-, y quizá en último lugar, pero dentro de un multilateralismo proyectado la Unión Europea como bloque.

Todo ello entiéndase, dentro del marco de los intereses económicos fundamentalmente, pues la apuesta de este gobierno me parece es pasar del eje de la apertura arancelaria neoliberal a mansalva de los gobiernos de Arena, al eje de la cooperación internacional para el desarrollo de los gobiernos del FMLN como elemento primordial de las relaciones bilaterales y/o comerciales, a un eje diferente y totalmente nuevo de este gobierno: el de la búsqueda de inversión extranjera para que capital productivo pueda venir al país a colocarse y lograr una ecuación de mutuo beneficio ganar-ganar, con el agregado y la posibilidad de un nivel de transferencia de tecnología y conocimiento que nos sirva para incursionar en el mediano plazo en nuevas actividades comerciales que hoy por hoy nos están vedadas, por falta de mano de conocimiento y expertise en dichas áreas. ¿Sobre qué está basado este nuevo eje de las relaciones bilaterales de este gobierno? Bueno, claramente el presidente Bukele ha señalado que más que salir a pedir al exterior, hay que salir a pedir inversión y co-inversión productiva, que es la que al final aporta mayor valor agregado a la economía.

En cuanto a la relación con los Estados Unidos, bueno, ésta por sus muy particulares características, debe ser una relación no sólo que se encuentra en el tope de nuestras prioridades -número de compatriotas viviendo allá, principal socio comercial, una economía dolarizada, principal país cooperante, y un largo etcétera-, sino que asimismo debe ser construida sobre pilares muy ad hoc a la naturaleza de los intereses y cualidades de parte y parte. Y esto me parece que es lo que ha hecho y está haciendo el actual gobierno, y siendo que esas particularidades coyunturales tienen que ver con el tema migratorio y el económico derivado de aquél, no debe extrañar para nada que la relación sea de extrema cooperación para el logro de objetivos superiores en estos campos, más que de actitudes genuflexas o avasalladas como han señalado quienes hasta hace poco estuvieron gobernando y quienes sí tuvieron actitudes avasalladas y plegadas a los intereses de naciones suramericanas como Venezuela y en menor medida Brasil. Pero claro, tales actitudes estaban fundamentadas en grandes y sendos compromisos que tenían con el “chavismo” quien desde hace rato les ha financiado las campañas electorales -incluyendo la última, quizá en el último tramo de la misma-. Entonces en esos términos, uno entiende actitudes totalmente plegadas al interés venezolano por parte del FMLN, y particularmente de la vieja dirigencia jurásica, pues si algo tienen en común con el “chavismo” -que ya no se sabe si es “madurismo” o “diosdadismo”-y hasta con el “orteguismo”, es que su pacto ya es de supervivencia, pues saben que cuando salgan completamente del poder, dos destinos seguros les esperan: La cárcel o el exilio. Pare de contar. (Continuará…