Se preguntan los diputados por qué están tan desprestigiados, quizás viven en otro mundo o creen que el pueblo es “dundo”; las cosas que ahí se han visto no las perdona ni Cristo y hasta a Judas, el traidor, le causarían rubor; los políticos en este medio parecen no tener remedio, por eso el pueblo los abuchea donde sea que los vea.