La visita del Secretario de Estado norteamericano, Michael Pompeo, ha dejado la promesa de respaldar la lucha contra las pandillas que afectan la región y a la inmensa mayoría de estados de la unión americana. Esas bandas delincuenciales son en gran medida las causantes del éxodo de miles de centroamericanos hacia el norte.

Las pandillas operan transnacionalmente, asesinan y extorsionan en El Salvador y en Estados Unidos. Las fuerzas de seguridad de ambos países deben unirse en este combate decidido.

Pero no basta nada más la colaboración en seguridad. Como bien dijo el presidente Nayib Bukele, El Salvador necesita también inversiones que generen empleos que permitan que los salvadoreños prosperen, encuentren aquí sus propios caminos de desarrollo, eduquen a sus hijos en un ambiente seguro y el Estado les proporcione los servicios necesarios para vivir.

Recuperar la alianza privilegiada que El Salvador ha tenido con los Estados Unidos es una decisión estratégica clave. Necesitamos volver a estar en el ojo de los Estados Unidos de manera positiva, ser un aliado confiable pero sobre todo, poder ser un lugar atractivo para las inversiones y para la cooperación manejada con transparencia, que da resultados productivos para ambas partes.