Me impresionó mucho una familia que escribió un cartel de amor a su pariente hospitalizado por covid-19. Se pararon frente al hospital sosteniendo el cartel. Palabras más, palabras menos, aquella cartulina decía el nombre de la persona y la familia le decía cuánto la amaban y que luchara por su recuperación. Algún médico o enfermera se conmovió de aquella familia y la cartulina terminó pegada junto a la cama de la persona enferma.

Si nos conmovemos nosotros con esta historia, imagínese usted el protagonista, la persona enferma. Es muy importante inyectar ánimos a los enfermos, inyectarles esperanza. En medio de tanto pánico -real y exagerado- que nos ronda sobre la pandemia, hay miles de historias de gente que se recupera gracias al esfuerzo de los médicos y enfermeras, pero también gracias a mensajes de amor y ánimo como estos. No abandonemos a nuestros enfermos. Yo soy creyente y confío mucho en el poder de la oración, en que Dios hace milagros.

Da gusto ver en redes sociales los mensajes de ánimo de gente que se recupera y da testimonio no solo de los sufrimientos que pasó por la enfermedad sino también como tuvieron apoyo del personal de Salud y de sus familias y amigos para salir adelante.

Consolar a los enfermos en su sufrimiento es un gran apostolado. Es una gran obra de amor. Si usted creyente, hágalo por su fe, sino lo es, hágalo por humanidad, por empatía, hágalo porque usted deseara que lo hicieran por usted.

Tengo amigos y familiares, tanto en El Salvador como en el exterior que han sufrido o están sufriendo la enfermedad. Otros, lamentablemente, han fallecido. La semana pasada tuvo que dar condolencias a muchas personas y eso nos da la dimensión de esta tragedia que vivimos. No abandonemos a nuestros enfermos y sus familias.