La portada de Diario El Mundo del pasado 3 de abril, muestra la fotografía del alcalde capitalino junto al Presidente electo, en el marco de la presentación del “Plan del Corredor Urbano”. Como el lector sabe, he sido crítico propositivo de las dirigencias de los partidos por medio de los cuales ambos llegaron al poder, pero ello no es óbice para no reconocer el gesto de ambos políticos y felicitarlos por ponerse de acuerdo en cosas tan importantes para nuestra ciudad capital. Ambos están enviando las señales correctas a sus dirigencias partidarias, en el momento correcto en que deben hacerlo, sobre la base del genuino interés –esperamos- de colaborar para revitalizar el Centro Histórico de San Salvador.

En cierta oportunidad -por medio de una periodista- fui invitado a un desayuno que ofreció a diversos profesionales multidisciplinarios, el entonces aspirante a la alcaldía capitalina. Dios y los asistentes al evento son testigos de que, con el respeto debido, le dije a Muyshondt: “Neto, tú sabes que he sido un crítico de tu partido, pero te sugiero que no sigás el juego de la confrontación. Dejá que la confrontación la hagan los que hacen de ella su negocio. No confrontés”.

Se lo expresé con suma claridad y energía, porque entre los asistentes estaba un personaje ultra-mega-hiper-crítico-negativo-destructivo, contra la izquierda fundamentalista y contra el ahora Presidente electo. Parece que la sugerencia no cayó en saco roto, porque la hice de buena fe.

Por eso me alegra el hecho de que el Alcalde capitalino, el Presidente electo y la Embajadora estadounidense, hayan concurrido a la presentación de un proyecto integral que busca la revitalización de San Salvador. Eso es, simplemente, esperanzador y positivo para todos los capitalinos.

El hecho habla bien de dos representantes de una nueva generación de nuevos políticos que, anteponiendo los supremos intereses del país –espero- por encima de la mezquindad partidaria, podrían haber dado inicio a una nueva dinámica de entendimientos, que las tercas, añejas, corruptas y desfasadas cúpulas partidarias se niegan a entender, mucho menos a implementar.

Haciendo un parangón con el gran Mahatma Gandhi, podríamos decir: “No hay caminos para el diálogo, el diálogo es el camino”. Para eso se necesita voluntad política, juicio sereno y mucha, pero mucha comprensión, hacia el adversario. Después de todo, es mejor ganarse a la gente (que está harta de la confrontación) que ganarle a la gente (con la que se desatarían nuevos odios sociales).

Pequeñas acciones, como que Muyshondt y Bukele aparezcan en la foto, alrededor de un proyecto que se espera sea de gran beneficio para los capitalinos, podrían rendir mejores frutos en lugar de pasarse la vida hostigándose, maltratándose y promoviendo la polarización.

En esto tiene que ver muchísimo el rol que jueguen todos los medios de comunicación social: escritos, radiales, televisivos y, fundamentalmente, las redes sociales. Los medios tienen que aprender a informar que un vaso no está ni medio lleno, ni medio vacío, simplemente deben expresar que está a la mitad. ¿Por qué? Pues porque esa es la pura realidad informativa. Allá si sus respectivas audiencias deciden verlo como les dé su regalada gana.

Atizar el fuego de la polarización no le conviene a nadie; al contrario, urge rescatar nuestra identidad y promover la unidad nacional, sobre todo en estos tiempos donde quien hegemoniza el Órgano Ejecutivo estadounidense se muestra racista y megalómano, creyendo que el mundo es unipolar, que nuestros países son hoyos de mierda y que él está sentado en el centro del universo.

La unidad de la clase dirigente salvadoreña es necesaria, pues para la economía continental no hay buenos augurios. Nuestros gobernantes deben dar muestras de unidad, ponerse de acuerdo en no malversar los dineros públicos, combatir la corrupción y coadyuvar en hacer de nuestras ciudades, lugares sanos, seguros y ordenados. Está comprobado: una imagen vale más que mil palabras.