A tipos como José Douglas Acosta Villatoro no les importa las multas de Tránsito. El 23 de octubre de 2018, Acostaconducía un microbús de la ruta 41-A que recorre desdeSoyapango hacia San Salvador y viceversa, cuando recibió una infracción, pues conducía sin licencia autorizada sobre la Avenida Independencia y 14 Avenida Norte.

En aquella ocasión las autoridades de Tránsito descubrieron que Acosta tenía acumulada 517 multas o esquelas y que en total debía a la Hacienda Pública $30 mil 517 dólares con 82 centavos. Una multa más fue un chiste para este conductor. Los agentes policiales no pudieron decomisarle el microbús ni arrestarlo, pues la legislación salvadoreña no contempla como delito ese tipo de deuda ni la conducción sin licencia. Probablemente en la actualidad Acosta siga conduciendo microbuses u otro tipo de vehículos, sin licencia y acumulando multas y deudas.

Siempre he pensado que la Ley de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial es obsoleta y demasiado bonancible, por lo que considero que hay que crear una nueva o reformar la existente, con un articulado acorde a nuestra realidad. Necesitamos una ley vigorosa para hacer cumplir las multas y vinculante con la legislación penal. Si alguien conduce con una licencia falsa, no basta con ponerle la multa más gravosa o decomisarle el vehículo. Esa persona debe ser remitida a los tribunales por uso de documentos falsos.

Nuestra realidad ha cambiado a pasos acelerados. Tenemos casi 1.4 millones de vehículos circulando en el territorio nacional, hemos desarrollado una conducta histórica y colectiva de “valeverguismo” e irrespetamos la ley cuantas veces sea necesario, no respetamos las señales de tránsito, exponemos peligrosamente a los peatones y acompañantes al hacer maniobras irresponsables o circular por donde se nos antoje, provocamos accidentes por falta de pericia o por mal estado de los vehículos que conducimos, hemos “aprendido” a conducir de forma asistemática y nos distraemos con suma facilidad y un largo etcétera.

Entonces una reforma o una nueva Ley de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial son necesarias por el bien del país, toda vez y cuando sea justa y especialmente que sea producto del debate nacional. La semana pasada el Ministerio de Obras Públicas y Transporte presentó ante la Asamblea Legislativa una propuesta de reforma a la Ley General de Tránsito que suena bien y contempla nuevas tipificaciones de faltas (y el incremento del valor de las multas o esquelas).

Actualmente la Ley contempla sanciones que a mi juicio son risibles. Las faltas leves son sancionadas con $11.43 dólares; las faltas graves tienen una multa de $34.29 dólares; y las muy graves ameritan una esquela de $57.14 dólares. Las faltas mantendrían su misma denominación y la multa se incrementaría a $50, $100 y $150 respectivamente. Además, facultaría a las autoridades de tránsito a decomisar los vehículos en los casos siguientes: Cuando el conductor porte licencia vencida o suspendida, cuando no porte licencia y cuando el conductor se niegue a efectuarse la prueba de alcoholemia.

La propuesta del MOP conlleva modificar 85 artículos a la Ley que a juicio del titular de esa cartera de Estado, pretende, además, generar herramientas legales para transformar el sistema público de transporte de pasajeros. Ojalá que se abra debate para enriquecer la propuesta de reformas y que surga una ley acorde a la que necesitamos.

Desde luego se debe ser estricto con la aplicación de una nueva Ley, pero también se debe brindar las herramientas y condiciones para aplicarla. No se le puede imponer una multa a un conductor que venga zigzagueando, cuando en realidad viene evadieron baches o a un conductor que conduzca un carro polarizado si este es una persona de alto riesgo por la naturaleza de su trabajo. Tampoco se puede multar a quien no tiene más alternativa que por extrema necesidad realizar una maniobra arriesgada. La ley debe ser dura, pero también comprensible en situaciones que lo ameriten y que estén contempladas con claridad. Dejar a criterio del agente de tránsito si multa o no multa, puede ser contraproducente.

También se debe sancionar a quien presta o cede un vehículo a alguien que no está autorizado para conducir. Si soy empresario de buses, taxis o microbuses, no voy a emplear como conductor a alguien que no tiene licencia o la tiene vencida, mucho menos a una persona que como José Douglas Acosta debía (o debe) más de 500 esquelas.Tampoco voy a alegar que desconocía la situación de mi empleado. En fin, una reforma es necesaria bajo los parámetros de la nueva realidad vial nacional. Ojalá y surja un fructífero debate y una excelente reforma de Ley.