Durante la ceremonia los negocios fueron cerrados. / Roxana Lemus


Un cielo nublado se observaba desde muy temprano en el Centro Histórico de San Salvador, donde Nayib Bukele sería investido como presidente de la República, evento que paralizó el comercio y enmudeció las ventas ambulantes hasta el medio día, tras un desfile de diplomáticos y políticos por el centro capitalino.

A las 6:00 de la mañana no había un solo puesto de venta sobre la calle Delgado ni frente al mercado exCuartel, tampoco había ventas sobre la 1ª y 3ª calle Oriente, en San Salvador. La plaza San José estaba sola, a excepción de unos indigentes que descansaban entre cartones y trapos viejos, y los restaurantes cercanos ni siquiera estaban abiertos. Algunos salvadoreños hacían fila para ingresar al evento. No había una sola calle ni avenida donde no se encontraran miembros de la Policía Nacional Civil (PNC) ni del Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM).

“Todo está cerrado, dicen que no podemos pasar”, le dijo una señora a su esposo en son de queja. La pareja debía llegar hasta San Jacinto, pero antes debía pasar sacando un poco de mercadería muy cerca de la avenida España, que también se encontraba cerrada para garantizar la seguridad del cuerpo diplomático, diputados e invitados especiales que llegarían al acto de traspaso de mando, mismo que por primera vez en los últimos 20 años tendría lugar en el Centro Histórico capitalino. “Ni modo, tenemos que caminar”, le respondió.

Ni los puestos de ventas ni vendedores ambulantes ni la señora que vende el café por la mañana en la plaza Zurita ni las cabras que son ordeñadas frente al exCuartel estaban hoy en San Salvador. Nada. Solo gente caminando, tratando de llegar a sus lugares de destino o buscando ingresar a la plaza Gerardo Barrios para observar la investidura del primer presidente más joven que ha tenido El Salvador.

El panorama era similar en la calle Arce y la Rubén Darío, donde los puestos de ventas, restaurantes y comercios también permanecían cerrados. Los mercados permanecían abiertos pero sin mucha venta. “A esta hora ya hemos vendido hasta 15 tumbillas (de mangos), pero ahora solo llevamos cinco”, aseguró Beatriz López, una de las cinco vendedoras que llegaron desde las 5:00 de la mañana al Mercado Central.

Fue hasta que terminó el discurso presidencial, hasta que los diplomáticos abandonaron sus sillas y los políticos salían uno por uno, que las ventas informales volvieron a tomarse el centro de San Salvador. Las nubes empezaron a derramar gotas de lluvia, lo que no crispó a los vendedores informales y menos a los propietarios de negocios que fueron abriendo sus cortinas y dándole vida a un centro capitalino chispeante, enérgico y colorido.