Con la llegada del nuevo Gobierno, parece haber un esfuerzo consciente de superar las diferencias que caracterizaron la relación de las administraciones del FMLN con las gremiales empresariales, algo que llevó al extremo de sufrir sanciones de la Organización Internacional del Trabajo.

Tanto el discurso como los hechos han mostrado una voluntad creciente de acabar con la relación hostil que tanto daño le hizo al clima de negocios durante la última década.

Por ejemplo, es sumamente positivo que el Gobierno gestione la reactivación de entes tripartitos que dirimen asuntos laborales, como el Consejo Superior del Trabajo. Parece que el presidente Nayib Bukele tiene claro que los empresarios no solo son pilares fundamentales para el crecimiento económico sino también aliados esenciales para el desarrollo y la prosperidad de la nación.

También se ha escuchado reiteradamente al mandatario prometer el fin de los bloqueos en aduanas o el fin de la tramitología que tanto daño le ha hecho a las inversiones.

Es importante restablecer esa relación de cordialidad y que el Gobierno se vuelva un facilitador y no un obstaculizador de la iniciativa privada, eso solo va a redundar en mayor inversión, más empleos y más prosperidad para todos.