Cualquier persona conocida que dejó de votar por Arena o FMLN, votando o no por Nayib Bukele, argumentaba diferentes razones resumibles en dos: obras deficientes y corrupción. La razón de la corrupción era tan fuerte que muchos, para quedarse en casa, llegaron al punto de argumentar: hoy que roben otros.

Esta realidad, que ya ha sido medida incluso en encuestas, aún no es vista por los partidos tradicionales que ahora presentan síntomas muy similares de ceguera.

Arena y FMLN siguen buscando la renovación sin aceptar y corregir todos sus yerros, enfocando que hubo un problema de comunicación, de forma y no de fondo; y simulando a ciegas que la derrota electoral de 2019 tuvo las mismas causas de sus anteriores pérdidas.

Por eso, los principales cambios impulsados en los partidos siguen un patrón: el color, la publicidad y los rostros. La renovación partidaria ha tenido diferentes puntos de entrada en El Salvador pero siempre de forma: Gana fundado por exmiembros de Arena cambió el color de su bandera para mostrar que solo sería un vehículo; Arena cambió sus rostros luego de la derrota de 2009 y el FMLN ungió un candidato foráneo en 2009.

En la actualidad, la realidad está a la vista de cualquier persona: el expresidente Mauricio Funes aún es protegido por un gobierno aliado del FMLN, pese a haber sido implicado en el desvío de fondos reservados estatales para gastos que no fueron de interés público. Esta crítica a los partidos por su complicidad o pasividad ante hechos posibles de corrupción no es nueva; en marzo de 2018, Salvador Samayoa decía: “Lo que no se tolera al FMLN es la actitud con la corrupción”.

Este es el tema crucial en los partidos. Y ha habido hasta encuestas. Si sumamos las diferentes razones de las derrotas electorales de estos partidos, según los números de LPG Datos, se ve que el 28 % consideró que Carlos Calleja perdió por razones relacionadas a la corrupción de su partido y el 22 %, que el FMLN perdió por las mismas razones. ¿Y el resto?, son razones referidas al trabajo deficiente o incumplimiento y solo un 3.4 % apela a que “son los mismos”.

Los dirigentes actuales e incluso los aspirantes aún se niegan a aceptar la verdadera razón de la derrota y siguen argumentando que el problema fue la comunicación, cuando en realidad la publicidad del presidente electo fue exitosa únicamente porque tuvo la realidad a su favor: diferentes hechos de corrupción de miembros de Arena y FMLN, o incluso una complicidad que tiende a concentrar culpas en una sola persona.

Eso es muestra de que muchos dirigentes cuya transparencia ha sido cuestionada por investigaciones periodísticas ahora quieren presentarse como renovación o están detrás de los personajes que pretenden “renovar” a sus partidos. Esto solo demuestra que la motivación de los partidos fuera de tener una conversión auténtica es simplemente el interés de grupo. Es difícil que una renovación con este nivel de ceguera implique el perdón o el retorno de sus electores.