A medida el pánico provocado por el Coronavirus se expande entre la población salvadoreña, muchas personas han alzado su voz para solicitar al gobierno acciones encaminadas a disminuir el impacto sanitario y económico del virus a nivel nacional. Como corolario, el gobierno ha respondido con una serie de acciones y propuestas que, si bien se puede asumir como bien intencionadas, lastimosamente no responden a los principios de una sociedad libre. Por lo tanto, teniendo en cuenta la escasez de soluciones de iluminación liberal ante la crisis, me atrevo a proponer una lista de ideales sobre los cuales descansaría una respuesta liberal al Coronavirus, con la intención de que el lector pueda contrastarla con las diferentes alternativas en el actual mercado de ideas.

Para empezar, como una extensión lógica de lo que los liberales llamamos el axioma de no-agresión, un gobierno liberal respondería a la problemática con honestidad. Esto quiere decir que quienes administran el gobierno estarían obligados a ser transparentes con la población respecto a la cantidad de infectados, los recursos que se disponen para combatir el virus, los planes existentes para evitar nuevos contagios, así como cualquier otro tipo de información que ayude las personas a tener una mejor idea sobre la situación a la que se enfrentan. Negarse a compartir dicha información, constituiría, desde mi punto de vista, una violación a dicho principio, pues se estaría solicitando a las personas a ceder sus libertades y recursos de manera fraudulenta y arbitraria.

Otro elemento que incluiría una respuesta liberal a la pandemia, sería el respeto a la libertad individual. En otras palabras, cada una de las medidas provenientes del gobierno para controlar la situación, estarían obligadas a asegurar el máximo fuero personal para que cada ciudadano pueda llevar su vida con la mayor normalidad posible. Suspender las garantías constitucionales, tales como la movilización o cualquier otra en discusión, serían consideradas como medidas excepcionales una vez agotadas otras soluciones menos invasivas. El motivo detrás de esta lógica yace en la sospecha inherente sobre la benevolencia de los gobernantes. Para los liberales, el uso del poder es el que requiere de justificación, no la libertad.

En el plano económico, distinto a otros grupos que promueven la intervención estatal en épocas de crisis, primaría la confianza en el libre mercado. En vez de promover medidas como el control de precios -los cuales generan escasez al distorsionar la comunicación entre consumidores y productores- , un gobierno liberal haría todo lo posible para sacar sus manos de los bolsillos de la población con el fin de ayudarles a mitigar las pérdidas. En tal sentido, formularía la reducción de diversas cargas fiscales y trataría de facilitar el comercio eliminando trámites costosos. En complemento a dichas medidas, para evitar el colapso del sistema público y liberar recursos para combatir el virus, en vez solicitar préstamos millonarios a instituciones internacionales, establecería medidas de austeridad a nivel nacional y eliminaría todos aquellos gastos que no son necesarios para el funcionamiento general del Estado.

Y por último, aunque no necesariamente el menos importante, una respuesta liberal al Coronavirus llevaría un componente educativo para fomentar la responsabilidad personal y así tratar de persuadir a las personas a tomar las medidas preventivas de manera voluntaria. Dado que para los liberales el uso de la fuerza es considerado como algo indeseable -incluso cuando las intenciones son buenas-, un gobierno de tal ideología apostaría enormemente por campañas de concientización a fin de evitar nuevos contagios. Anuncios en radio, televisión y cualquier otro medio de comunicación, serían constantes y enfáticos respecto a la importancia de ser precavidos.

En resumen, una respuesta liberal al Coronavirus, trataría en lo permisible lidiar con la problemática sin recurrir al uso excesivo de la fuerza del Estado. Medidas como las aprobadas el 14 marzo por la Asamblea Legislativa bajo la Ley de restricción temporal de derechos constitucionales concretos para atender la pandemia Covid-19, serían consideradas como la última opción dentro de la lógica liberal.