Como parte de la cátedra, hace dos semanas, mis alumnos crearon dos cuentas falsas en redes sociales. En una publicaron cinco mensajes elogiando al presidente de la República Nayib Bukele y a su gabinete de Gobierno y en la otra cuenta publicaron igual cantidad de mensajes criticando al mandatario y a sus ministros. Una hora después verificaron que cada una tenía más de 50 mensajes de respuesta, la mayoría realizada por troles y otros por cuentas reales de personas evidentemente fanáticas. Muy pocas respuestas eran de personas en apariencias centradas.

El experimento duró 48 horas y luego las dos cuentas fueron eliminadas. En una hubo 698 respuestas y en la otra 992. Tuvo más respuestas la cuenta en la que se criticaba a Bukele y la mayoría de mensajes eran efectuados por personas que criticaban a los diputados y a otros por los problemas del país. Uno de los troles hasta culpaba a “los mismos de siempre” por los problemas del fútbol nacional. Como resultado de la prueba los estudiantes concluyeron que los ciudadanos han perdido cordura y conciencia y que han caído en una polarización extrema y peligrosa porque ha convertido a muchos en ingenuos y manipulables.

Es muy preocupante que la sociedad salvadoreña haya caído en polarización extrema. Los individuos tenemos derecho a tener nuestro propio criterio, a verter nuestras posiciones sin afectar a terceros y a respetar las opiniones de los demás. “Mafalda”, la obra sabia del recién fallecido maestro Joaquín Salvador Lavado (“Quino”), decía que el peligro de expresar nuestra opinión es que cada quien cree tener la razón, aunque carezcamos de raciocinio. Muchos creemos tener la razón y hasta sentimos ser auténticos, cuando realmente no somos más que repetidores de criterios que no entendemos o no queremos entender. Decía el ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels, que el éxito de la propaganda es cuando masificamos un criterio unilateral que cada uno piensa que es el suyo propio, sin importar el contenido.

Como estrategia propagandística es concebible y valedera la manipulación ideológica. Sin embargo, cuando se trata de trabajar todos juntos para fomentar el desarrollo de una nación, hay que buscar generar conciencia y la diversificación de criterios.

Volviendo al trabajo de mis alumnos, pues de los 1,690 mensajes del total de las dos cuentas, en el 55 por ciento hubo palabras soeces para referirse a unos u otros y en casi todos comentaban partiendo de datos o hechos falsos que habían escuchado de personas que adrede o por desconocimiento habían mentido. En algunos mensajes detectados como troles “endiosaban” a unos y “satanizaban” a otros. En una cuenta hubo al menos un trol que envió 12 mensajes con palabras altisonantes y hechos no verídicos. Por ejemplo decir que le constaba que el expresidente Francisco Flores (ya fallecido) es protegido por el exmandatario Mauricio Funes en Nicaragua.

En fin, el experimento que no buscaba estar a favor ni en contra del presidente Bukele o de los diputados, simplemente detectar cuan polarizada está nuestra sociedad, nos dejó la lección que todos ya sabemos. Nos hemos fanatizado y hemos priorizado los extremismos. Estamos cayendo en la debacle de la falta de criterio, sin darnos cuenta que la polarización nos está dividiendo de una manera amenazante. Nos hemos desunido a tal punto que hemos perdido amistades, proyectos colectivos y hasta hemos dejado a un lado la persecución del bien común, porque nos hemos ideologizados y todo lo vemos con el sentido de “los míos y los tuyos, jamás los nuestros”.

“Los corruptos son los tuyos, los míos son honrados”, es un axioma latinoamericano que define la actitud conformista de los individuos que enfrascados en la falta de criterios, ven pasar sin tratar de incidir y sin acumular en la memoria histórica. Muy pronto olvidamos sin aprender de la historia y por ende nos volvemos conformistas y poco avanzamos en la democracia y en el desarrollo colectivo.

A muchos les conviene extremar las ideas y las actitudes a través de diferentes métodos. En ocasiones promoviendo escenarios irreales que la masificación popular no sabrá interpretar . “Conmigo o mi enemigo” es la ley convergente de la propaganda manipuladora que a los públicos tan heterogéneos, anónimos y masivos, les penetra en la forma de ser con poco nivel de conciencia. Es peligrosa la polarización extrema, demasiado peligrosa. Los políticos pasan y al final todos seguimos siendo salvadoreños y debemos buscar el bien común, sin caer en fanatismos.