AFP.


Nuevos enfrentamientos entre manifestantes y la Policía estallaron este sábado en varios puntos de Santiago, donde rige desde la víspera el "estado de emergencia" decretado por el gobierno para hacer frente con militares a la extendida protesta social en Chile.

Lo que comenzó con un "cacerolazo" popular, con miles de familias haciendo sonar ollas y sartenes, derivó en enfrentamientos entre encapuchados y las fuerzas especiales de la policía y militares en varios puntos de Santiago, como la céntrica Plaza Italia, el frontis de la casa de Gobierno, la plaza de armas de Maipú y en algunos sectores de la comuna de Puente Alto, constató la AFP.

El Metro de Santiago, eje del transporte público de la capital chilena, protagonizaba desde ayer una serie de violentas "evasiones masivas", en rechazo a la mayor alza de tarifas de los últimos años, paralizando dos de las principales líneas del ferrocarril metropolitano.

Reclutadas a través de las redes sociales bajo la consigna #EvasionMasivaTodoElDia, miles de personas -mayoritariamente estudiantes- se concertaron durante toda esta semana para derribar las rejas de entrada a las estaciones, destruir los torniquetes y sobrepasar los controles de acceso para protestar por el alza del pasaje (de 3,75%) en las horas punta.

Las protestas -que no tienen un líder visible- lograron paralizar el total de las operaciones en las líneas 1 y 2, que cruzan el centro de Santiago. El cierre obligó a los usuarios del Metro a subir a la superficie, colapsando el sistema de autobuses de la cuidad.

En la estación La Moneda, al frente de la casa de gobierno, decenas de manifestantes -en su mayoría jóvenes- arremetieron contra las instalaciones y la policía repelió los ataques con chorros de agua y gas lacrimógeno.

El jueves, en tanto, las protestas dejaron 133 detenidos tras acciones simultáneas en al menos cinco de las 164 estaciones del ferrocarril metropolitano, con daños calculados por la empresa estatal en entre 400 y 500 millones de pesos, equivalentes a unos 634.000 dólares.

"Este afán de destruirlo todo, no es protesta, es delincuencia", afirmó este viernes el presidente Sebastián Piñera, que ha sorteado con relativa calma social su año y medio de mandato.