El 31 de diciembre del 2019 se declaró una “Alerta Epidemiológica” por las autoridades locales de Wuhan, cuadro de tos seca, fatiga y síntomas gastrointestinales ocasionales asociado a la presencia de un coronavirus, más adelante identificado por la Organización Mundial de Salud el 12 de febrero de 2020 como covid-19. Aunque el 30 de enero se declaro como emergencia global, fue hasta el 11 de marzo que se declaro como Pandemia, es decir enfermedad de alcance mundial. La Pandemia de covid-19 ha puesto en crisis los sistemas de salud del mundo entero, en seis meses desde su inicio, la extensión y gravedad en los distintos continentes han llevado al colapso sanitario en muchos países, afectando también las economías pues las medidas de protección recomendadas han afectado directamente las actividades económicas normales, provocando una crisis sin precedentes. En relación a la atención a la Pandemia, la prioridad ha sido la prevención de la infección, reducir la transmisión, atención de los enfermos, abastecer los medicamentos e insumos necesarios, lo que ha significado plantearse nuevas metas y prioridades inmediatas. Con cerca de cuatro millones de casos diagnosticados y posiblemente 1 millón más sin diagnóstico por laboratorio, Un cuarto de millón de fallecidos, son números que parecen justificar la distracción de recursos a su atención.

A la par de ello en la región de las Américas cerca de 220 millones de personas (1 de cada 4) está padeciendo de una enfermedad no transmisible (“ENT”) entre ellas Enfermedades Cardiovasculares como la Hipertensión, Endocrinas como la Diabetes, Cáncer, Enfermedades Pulmonares Crónicas y muchas otras que cursan de manera crónica que exigen una atención inmediata no solo de los casos conocidos que ameritan un tratamiento continuo y crónico, sino los que se presentan diariamente que requieren estudio diagnóstico, los que aun no han sido diagnosticados y su adecuado manejo.

Al no hacerlo, no solo se afecta la salud de manera inmediata con eventos súbitos como infartos, accidentes cerebrovasculares, infecciones y otras complicaciones graves, sino también tendrán repercusiones con el tiempo, complicaciones como Insuficiencia Renal, metástasis (en caso de Cáncer), Diabetes Mellitus, entre otras, lo que aumenta la morbilidad y el gasto con tratamientos excesivamente costosos. Hay que reconocer que aun en condiciones “normales” estas enfermedades no están atendidas, mas de la mitad de los pacientes no son diagnosticados en las Américas y de los diagnosticados únicamente el 10 % son tratados con efectividad.

En relación a la gravedad de la enfermedad por COVID-19 y las ENT, estudios observacionales han concluido que los enfermos con ENT que son infectados con COVID-19 cursan con enfermedad grave y la mortalidad es mayor del resto de grupos, edad avanzada (>65 anos), enfermedades pulmonares crónicas, asma, condiciones cardíacas serias, inmunosupresión, obesidad mórbida, diabetes, enfermedad renal crónica, enfermedades hepáticas son factores que se asocian a COVID-19 grave y muchas veces mortal. Por ello es importante que los pacientes con ENT se controlen y mantengan estables en medio de la Pandemia.

El gran desafío para los sistemas de salud es mantener las acciones para combatir la pandemia sin descuidar la atención de las enfermedades no transmisibles.