Cuando uno hace un análisis sobrio y equilibrado de la realidad de nuestros tiempos, nos encontramos con un dinamismo social y político de sobremanera interesante. Y aquí es donde comienzo mi análisis de este día. Pregunta primera y fundamental ¿Hay crisis social? Por supuesto que sí y bastante generalizada, por cuanto si por crisis social entendemos un constante y cuasi perpetuo caos y contradicciones de los antivalores en la vida más o menos generalizada de un pueblo, entonces sí, estamos en franca crisis social, y cuando estos anti-valores son profundos, como cuando la crisis adquiere connotaciones de decadencia y apatía moral, entonces la crisis alcanza su paroxismo. Es ahí donde hay que persignarse de a de veras y ser de inconmensurable fe y convicción.

Pero y ¿qué está pasando? y ¿cómo está pasando? ¿Entre quiénes está pasando? ¿Cómo se está procesando lo que está pasando? ¿Se está comprendiendo lo que en realidad está pasando?

A mi modo de ver, lo que está ocurriendo es que en una especie de inconsciente colectivo -parafraseando a Jung- de una cantidad abrumadora de la población de este país, se ha comenzado a instalar, y con bastante avance por cierto, una especie de convencimiento generalizado de que la situación en que vivimos, los problemas sociales profundos que nos aquejan como grupo social, la calamitosa economía y el estado disfuncional de la mayoría de los servicios públicos, se deben más que a una especie de culpa individual por las malas decisiones en la vida -la mecánica de la autoculpa por todo lo que ocurre en mi entorno, una de las victorias psicológicas de la partidocracia que gobernó en este país hasta este año, la cual se manifestaba en otros fenómenos perniciosos para lo colectivo, casi todos ligados al fenómeno de la violencia social y en el campo político en una apatía y desconexión casi total de lo que pasaba y sucedía en el campo de la representación-; más que a esa especie de autoculpa, la mayoría ha llegado a caer en la cuenta que la verdadera causa de casi todos los males sociales, ha sido la manera en que han gobernado este país los distintos gobiernos, pero más propia y cercanamente, durante los gobiernos de la post-guerra, los gobiernos de la partidocracia, los gobiernos de ARENA y el FMLN -hoy bastante armonizados y fraternizados entre sí-, pues han llegado a la conclusión que los intereses para los cuales gobernaron, fueron cualquiera otros, menos los de las grandes mayorías de este país. Y lo peor que les ha podido pasar a estos partidos, es que la gente ha hecho esa conexión muy fuerte y sólida, casi de manera irreversible entre tal situación personal y social, con la total simbología de tales partidos -hoy casi extintos-, pues ni más ni menos han caído aplastantemente en la cuenta que los esquemas de corrupción, la supina ineficiencia en la gestión pública, el extremo clientelismo en el sector público y un largo etcétera, se dieron durante las administraciones corruptas de Arena y desde las ineficientes e ineptas administraciones del FMLN.

Por lo anterior no es de extrañarse que, la que por hoy es la fuerza política más grande del país, se haya originalmente conformado a partir de estructuras horizontales y generales, en una especie de pueblo que se autoconvocó en torno a un candidato que encarnó, y aún lo hace, el sentimiento de desaprobación, repugnancia, desprecio, cólera, rabia y hasta ira, que sienten por quienes hoy concluyen, son los responsables de tanta calamidad social y de tantas vidas perdidas incluso, pues esta rancia partidocracia hasta con criminales negoció para seguir enquistada en el poder y así mantener sus privilegios particulares y los de grupos económicos a quienes ha servido. Y esto último parece que no están dispuestos a perdonar bajo ningún respecto, y no me refiero sólo en términos de que demandan que quienes negociaron con criminales a costa de las vidas y sangre de mucha gente vayan a parar a la cárcel -que así deberá ser-, sino también no lo perdonarán en términos electorales y por ello han decidido que estos partidos lleguen a su fin.

Me preguntan con frecuencia ¿qué está pasando? Bueno, está pasando que un pueblo se hartó y se hastió de que le roben, que lo engañen, que lo utilicen, que lo tuvieran empobrecido y enfermo, mal educado y olvidado; y descubrió que él tiene el poder de cambiar eso, y se decidió a hacerlo, y en la siguiente elección lo terminará de hacer. Eso está pasando…