Mientras docenas de médicos y enfermeras han fallecido en la primera línea de combate a la pandemia, entregando sus vidas o enfermando gravemente de covid-19 mientras atienden a los enfermos, ayer parecía que la pandemia no existe, que era solamente una película y ya salimos del cine.

El comportamiento colectivo ayer en el Estadio Cuscatlán fue la máxima exposición de la irresponsabilidad en esta sociedad. Es paja. Las barras en las graderías no respetaron distanciamiento social después del pitazo inicial, se quitaron las mascarillas o se las dejaron debajo de la barbilla. En fin, los asistentes al juego hicieron lo que quisieron durante la final del Fútbol Mayor. Los aficionados se subieron a la malla, graitaban sin más, se aglomeraban sin control.

¿De qué sirve tanto esfuerzo del personal de Salud con estos irresponsables? ¿Cuántos de ellos terminarán contagiados, rogando por plasma en unos días? Yo espero en Dios que ninguno, pero la realidad es más cruda que mis buenos deseos.

¿Y qué decir de los jugadores y su círculo más cercano? Celebrando igualmente sin mascarillas, con sus parejas, incluso con gente mayor abrazándolos. Demasiado. Los médicos, enfermeras y personal de Salud se sacrifican demasiado por gente así…