El general Maximiliano Hernández Martínez dirigiéndose a la Asamblea Legislativa para pedir la declaratoria de guerra contra Japón el 8 de diciembre de 1941. A su izquierda, el presidente de la Asamblea, Francisco A. Reyes.


El 7 de diciembre de 1941 la guerra estallaba entre Japón y Estados Unidos a más de siete mil kilómetros de distancia de San Salvador, en el medio del Océano Pacífico, con el ataque sorpresivo contra Pearl Harbor, en el archipiélago de Hawai, territorio estadounidense.

Seis portaviones japoneses con más de 400 aviones protagonizaron el ataque a la base naval del Pacífico de Estados Unidos en Pearl Harbor, donde la flota norteamericana reposaba. El objetivo era anular la fuerza naval estadounidense en el Pacífico.

Tras dos oleadas de bombardeos aéreos japoneses, el balance estadounidense fue catastrófico: 2,403 muertos y 1,178 heridos. La destrucción de docenas de barcos, acorazados, 188 aviones destruidos en tierra.

Imagen de archivo del ataque japonés a Pearl Harbor.

Al día siguiente, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se dirige a la nación y al Congreso. El Senado aprueba la declaración de Guerra con un voto contundente: 388 a favor y un único no. Estados Unidos entra en guerra de esa manera contra Japón y por extensión con el eje Berlín-Roma.


Roosevelt describirá aquel 7 de diciembre de 1941, como "una fecha que vivirá en la infamia".



El Salvador declara la guerra


Los ecos de aquel conflicto llegaron de inmediato a El Salvador. La mañana del 8 de diciembre, El Salvador estaba conmocionado y el entonces jefe de Estado, el dictador Maximiliano Hernández Martínez llegaría al mediodía a la Asamblea Nacional Legislativa para dar un vibrante discurso en el que pedía declarar la guerra a Japón:


"Señores diputados: Como sabéis ha estallado la guerra en el pacífico, con alevosía. Está amenazada América y es necesario que concurramos su defensa con decisión inquebrantable porque los pueblos que no aman su libertad, no la podrán conservar.Toda causa noble se quiere con amor y cuando este es intenso y puro no se reconocen sacrificios para conservarla. Así, nosotros hombres de las Américas libres, queremos vivir en libertad, amamos esa libertad sacrosanta y debemos estar dispuestos a ofrendarle todo lo que tenemos y como el valor más estimable en caso de agresión es la vida, debemos estar dispuestos a ofrendarla alegremente para legar a las generaciones futuras una vida libre y alegre, porque solamente las llamas libres conviven con alegría.


Los hombres de la hermana mayor de las Américas ya han cruzado el acero con el agresor. Ya están en fiera lucha con la espada flamígera de la libertad los hombres de América y con la espada de la negra agresión de los otros.

Debemos empuñar todos la espada de la libertad hasta vencer para siempre a las fuerzas de la triste opresión.

Toca a vosotros, representantes de este pueblo viril y libre declarar a El Salvador en estado de guerra con el Japón y autorizar al poder ejecutivo para que tome igual medida contra cualesquiera otras potencias no americanas que posiblemente puedan cometer actos de agresión contra países americanos como consecuencia del conflicto en actualmente se desangra inmisericorde el mundo.
Como Jefe de Estado os pido declarar el estado de guerra que os hablo y debéis saber que no hay un solo salvadoreño bien nacido que no esté con vosotros y con nosotros. Levantaos próceres de la Independencia y veréis que somos dignos descendientes de vosotros". Maximiliano Hernández Martínez, gobernante salvadoreño.

La aprobación del Estado de Guerra fue inmediata. A Hernández Martínez lo acompañaba una barra que formaban empleados de comercio, del gobierno, profesionales, obreros.

Se hallaban presentes el encargado de negocios de Inglaterra, el secretario de la legación norteamericana, los ministros de Defensa Nacional, Hacienda Gobernación y los subsecretarios de Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Fomento e instrucción pública, además del presidente del poder judicial y los magistrados.



Los diputados aprobaron el Decreto 90 en el que declaraban la guerra con el imperio de Japón. El presidente legislativo, Francisco A. Reyes y los secretarios Miguel A. Soriano y José E. Pacheco, firmaron el decreto publicado en el Diario Oficial.

Reacciones populares


Los medios de la época reportan “actos solidarios” con Estados Unidos y manifestaciones en todo el país a favor de la guerra.

Además, dos incidentes contra intereses japoneses. El periódico oficialista Diario Nuevo del 9 de diciembre relataba que un nutrido grupo de hombres apedreó el almacén “El Nipón” de propiedad de un japonés de apellido Shiraki. Los medios reportaron una “verdadera lluvia que convirtió en añicos el rótulo y vidrios del citado almacén”.

El mismo grupo pasó frente a la legación japonesa y lanzó piedras, quedando vidrios rotos. Policías y guardias nacionales aparecieron poco después para resguardar la legación japonesa y el almacén.

Portada del desaparecido periódico oficialista "Diario Nuevo" que imprimió una edición especial el 8 de diciembre de 1941 con la declaratoria de guerra a Japón.


 

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