En este artículo realizo un resumen de lo que mencionaron algunos presidentes y líderes. Primero quiero analizar el discurso del líder Martín Luther King, quien exhortó: “A pesar de las dificultades a las que nos enfrentaremos hoy y mañana, todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano. Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie para vivir el verdadero significado de su credo… que todos los hombres son creados iguales”.

¿Qué tipo de discurso le gusta escuchar de un líder político? De unión y paz o de ataques viscerales. Algunos discursos manipulan a la sociedad. Con la proliferación de las redes sociales, el pueblo interpreta cada discurso, emane de quien sea.

John Fitzgerald Kennedy deseaba que Estados Unidos no tuviese diferencias raciales, anhelaba que no hubiese muros. Sin duda alguna fue un líder carismático. Muchos le lloraron por su asesinato. Kennedy mencionó “Así pues, compatriotas: pregúntense, no lo que su país puede hacer por ustedes, sino lo que ustedes pueden hacer por su país”.

Nelson Mandela dijo: “Por eso debemos actuar juntos como un pueblo unido, para lograr la reconciliación nacional y la construcción de la nación, para alentar el nacimiento de un nuevo mundo. Que haya justicia para todos. Que haya paz para todos”.

Según Fairclough y Wodak, el análisis crítico del discurso cuenta con los siguientes principios: 1. Trata sobre problemas sociales, 2. El discurso hace un trabajo ideológico, 3. El discurso es una forma de acción social, 4. El análisis del discurso es interpretativo y explicativo. Por lo tanto, cada político ideologiza y logra convencer. En otro contexto, quizá, sea una falacia la frase célebre de Joseph Goebbels “Miente, que algo queda”; sin embargo, se sigue utilizando. Las redes sociales y el aparataje mediático con la que cuenta un mandatario hacen cambiar la mente humana.

Es de analizar a Teun van Dijk “La dominación también implica acceso especial a varias formas de discurso o eventos comunicativos. Los grupos dominantes o elites pueden ser definidos por su acceso especial a una variedad de público más amplio o discursos de influencia, que los grupos menos poderosos”. El líder religioso Monseñor Óscar Romero manifestó “La justicia es como la serpiente, solo muerde a los que están descalzos”.

En El Salvador, se analiza que ha habido pocos presidentes cultos y estadistas. En sus discursos, cada ciudadano lo ha analizado. Los peores y mejores discursos quedan en la mente de los oyentes. Algunos presidentes estadistas presentan las realidades, no vociferan falacias.

El expresidente salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez mencionó en su primer discurso: “Todo lo que es bueno para un pueblo está santificado por Dios, y lo que es bueno para un pueblo que sea egoístas es malo para los otros…”. Su discurso estaba enfocado en cuestiones filosóficas. Su forma de gobernar no se identificó con sus palabras.

Los discursos pueden unir a un pueblo o lo pueden catapultar en el caos, en el odio social, en la división de razas, religiones, credos, y lo peor, puede llegar a crear guerras y destrucción. El poder del discurso político debe analizarse; un edil, un diputado o el mismo presidente es capaz de persuadir y hacer que las masas le apoyen o le repudien. El Salvador se merece más que un buen discurso, necesita que las personas vivan bien y que se cumplan las promesas.

Los políticos logran a través de su discurso tener a un pueblo a su favor. Un presidente prepara su discurso, le asesoran qué es lo que al pueblo le gusta escuchar, aunque la realidad no sea la óptima.

En El Salvador, el presidente Nayib Bukele pronunció en su primer discurso: “Sí, habrá momentos duros, habrá momentos difíciles, pero tomaremos esas decisiones con valentía, y espero que me acompañen a defender estas decisiones que tomemos con valentía”. Cada ciudadano que elige a un mandatario estará pendiente de analizar cada palabra y acción. Un discurso puede cambiar la historia de un país o de la humanidad. En conclusión, el poder del discurso es el que puede cambiar el rumbo de la democracia.