El presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), Luis Cardenal, quisiera ver “algo positivo” de los primeros dos años de la gestión gubernamental. Asegura que es prematuro analizar los efectos de las medidas extraordinarias de seguridad, pero describe una situación crítica en El Salvador: “Estamos al borde del precipipio”. El dirigente de la empresa privada reitera una visión crítica pero reclama ataques de organizaciones y asegura que están siendo víctimas de provocaciones. Sostiene que no caerán y que no se levantarán del diálogo. Lo único que detendrá el diálogo, dice, es la falta de voluntad por parte del Gobierno.

 

Hay un escenario dispar: un diálogo, una propuesta de agenda de nación y el secretario del FMLN dice a sus críticos que no les queda más que ladrar. ¿Qué está pasando?

Lo interpreto con preocupación y con tristeza, de que el país esté en altos niveles de confrontación y falta de entendimientos en búsqueda de soluciones a los problemas nacionales. Hemos dicho claramente que hemos aprendido de las experiencias del pasado. Estamos ante una crisis nacional que obliga a todos los sectores a hacer nuestro mejor esfuerzo para ponernos de acuerdo, para encontrar soluciones a los problemas nacionales. Nos mantenemos en eso. Sin embargo, el hecho de que estemos sentados en el diálogo, que tengamos esa buena voluntad, no va impedir que señalemos las cosas que no están bien o que critiquemos constructivamente cosas que tienen que corregirse. Vemos con tristeza y preocupación que las tácticas que se ocuparon antes y durante la guerra, no hayan sido superadas y sigan siendo utilizadas por el partido de Gobierno para tratar de conseguir sus objetivos a través de la intimidación, presión, insultos y de tratar de callar a cualquiera que no piense u opine como ellos. Eso debería ser una práctica superada, lamentablemente vemos que eso no es así. Hacemos un llamado a la reflexión, a que pensemos si vamos a anteponer a los intereses nacionales, para tratar de encontrar un entendimiento donde todos halemos la carreta en la misma dirección. En el discurso, ellos llaman una celebración de los dos años de Gobierno. Nosotros llamamos dos años que deberían ser para la reflexión. Partimos del problema en que no hay un diagnóstico compartido, que es lo que sucede. El presidente hizo un esbozo en su reporte, con su informe a la nación. Si uno no viviera en El Salvador, uno pensaría que está viviendo en otro país. Aquí pareciera, a través de ese informe, que todo está bien, que vamos hacia delante, que hay oportunidades para todos, que la educación está dando resultados, que la reforma de salud tiene saludable a la gente, que la economía está creciendo, que más inversionistas están viniendo, que se resolvió el problema de inseguridad y que nada más es existente en la mente de las personas. Pero cuando nosotros vemos objetivamente lo que pasa en El Salvador, nos damos cuenta que el país vive una realidad completamente diferente, a ese maravilloso país que describe el presidente y el partido de gobierno. Entendemos que él tiene que enfatizar las cosas buenas que se han hecho. Pero no podemos aceptar que esa descripción que él hace de El Salvador sea la que vivimos todos los salvadoreños.

 

¿Esas críticas pueden arriesgar el diálogo?

Ni nos hemos referido a él. Tratamos de jamás personalizar, de no insultar, de ser respetuosos a la dignidad que tienen las personas. Criticamos acciones, políticas públicas. Consideramos cambios a las cosas que no están funcionando. Somos respetuosos y así nos vamos a mantener. Creemos que ese es el nivel de comunicación pública que debe existir entre las partes. Lamentablemente estamos siendo víctimas de provocaciones, de sectores, personas y funcionarios que no quieren que el diálogo progrese, porque creen o quisieran que pueda suceder, que les pongan una aplanadora a todos los que se opongan a ellos y que van a forzar a través de esa intimidación o miedo, a que todo mundo agache la cabeza y diga que sí a las cosas que quieren hacer, aunque pensemos que esas cosas van a producir resultados negativos a la calidad de vida y a la tranquilidad de la población. No lo vamos a permitir.

 

¿Por qué quieren hacer fracasar el diálogo?

Por las acciones que están tomando. Si en un lado, a usted le están diciendo que sí están dispuestos a dialogar, hicimos una propuesta de qué tipo de diálogo necesita el país y en el que estamos dispuestos a participar. Presentamos normas de comportamiento para que el diálogo funcione. Hablamos que debe haber respeto, que no deben de haber dobles mensajes, que no deben de haber ataques ni insultos públicos.

 

¿Está respetando eso el Gobierno?

El Gobierno lo que está diciendo es: “Miren, no somos nosotros”. Nosotros estamos diciendo que aquí hay que analizar qué sucede, si el Gobierno tiene control de sus funcionarios y si el Gobierno está trabajando en conjunto con el partido, o si el Gobierno y el partido tienen doble discurso y esa es parte de su táctica para tratar de boicotear esta instancia de diálogo, haciendo lucir mal y desprestigiando, y en algunos casos, hasta difamando a personas que estamos con la mejor voluntad tratando de dialogar.

 

¿Es una estrategia mediática para cohesionar a sus bases, o quieren presionar en temas clave como pensiones?

Habría que preguntárselos a ellos. En una semana, tenemos dos manifestaciones. Una (es) sumamente violenta contra la entidad, de exmilitantes de guerra o excombatientes de guerra del FMLN; ésta no es la manifestación que llegó a la Asamblea Legislativa, con un personaje asociado a una agitadora profesional. Él mismo reconoce que es desmovilizado del FMLN, que vienen a quemar llantas, a poner de rehenes a nuestro personal, a ahumar al vecindario y a un colegio vecino. Vinieron para exigirnos que somos responsables de la guerra y exigirnos $150 millones en indemnizaciones. ¿En qué mente cabe de que eso es algo razonable con lo que nosotros tenemos que ver? Después ya no hubo ayuda internacional y terminamos pagando cientos de millones de dólares para poder reconocerles y darles una oportunidad de rehacer sus vidas. Ahora, 24 años después de los Acuerdos de Paz, están reclamando. Creo que si alguien los dejó colgados a ellos y no les dio para que se lo repartieran entre los excombatientes es el Frente. Que vayan y le reclamen al Frente. Si alguien está viviendo bien, los dirigentes del Frente y los “Alba negocios”, están bien. Que vayan ahí y reclamen. Pero a nosotros, ¿qué sentido tiene? Uno se pregunta, si eso no tiene ninguna lógica, si el propósito de venir a protestar para pedir $150 millones, ponernos presión, atemorizarnos y cosas que no lo van a lograr.

 

Luis-Cardenal

¿Esto no va a detener el diálogo?

No. El diálogo se va a detener cuando el Gobierno demuestre que no quiere llegar a acuerdos, ni cambiar el rumbo que lleva el país.

 

¿Qué puede esperarse y qué no esperar de un diálogo?

Lo único que nosotros podemos grarantizar es nuestra buena voluntad y nuestro compromiso de participar. No podemos garantizar resultados. El sector privado lo que puede hacer es proponer, lo que puede hacer es señalar, lo que puede hacer es oponerse. Pero al que le toca ejecutar es a quien está en el poder, por eso se llama el poder, son los que pueden hacer y tomar acciones. Si nosotros proponemos, si señalamos y nos comprometemos a algo, pero el que está en el poder no quiere hacer nada, no acepta nada, ¿qué podemos a hacer nosotros?, continuar señalándonos, y que sea la población quien les pase la factura a la hora que haya una nueva elección, que está a la vuelta de la esquina. Vemos que el país está en una crisis. Está al borde del precipicio, a tres o cuatro meses del default financiero. Cuando uno les hace una crítica, ellos no discuten los argumentos, sino que tratan de descalificar a la persona... Por ejemplo, una computadora portátil por niño, ¿cuántos niños se están matriculando?, menos niños que antes. ¿Cuántos niños se están graduando?, menos que antes. ¿Cómo están las escuelas? Sin techo, sin agua, sin luz, ya no digamos Internet. No tienen seguridad. Los papás se sienten intranquilos cuando van a la escuela. Los sindicatos de maestros que eran afines al FMLN ahora ustedes los ven porque dicen que no les pagan, que tienen niños en sexto grado y primer grado en el mismo salón.

 

¿Ve algo positivo en la gestión del Gobierno?

Muy poco. Quisiera poder decir algo positivo. Las medidas extraordinarias de seguridad están dando algún resultado, alguna esperanza temporal de que la cosa se va a componer. Hemos tenido relativas buenas relaciones internacionales. Eso es bueno. Creo que se han hecho algunos proyectos en obras públicas. El de Obras Públicas está tratando, pero tiene el gran lunar del Sitramss (Sistema Integrado de Transporte del área metropolitana de San Salvador). Es cuestionado por ser un foco de corrupción y es cuestionado porque no ha resuelto las cosas. Vemos obras como los pasos a desnivel, que esperamos que otros resuelvan. Pero podríamos decir que en obras públicas, el Fovial ha hecho una buena labor. Creo que a segundo y tercer nivel de los ministerios hemos tenido reuniones con funcionarios, en donde se trabaja con temas comunes. ¿Pero qué es lo que vemos?, 30 kilómetros de filas en las aduanas para que se queden los furgones. Cada vez más tramitología. Cada vez se tarda más tiempo para conseguir un permiso para la construcción. ¿Qué es lo que vemos en el agro? El país que era el mayor productor de café en el mundo, a un cuarto de la cantidad de cuatro quintales que se producían en el pasado, ahora no llegamos ni a uno. Ahora somos deficientes en todo. En un país en donde de acuerdo al almanaque, somos el país número 39 de 80 que más llueve en el mundo y no hay agua. El año en que hubo sequía llovió 185 milímetros. Eso sería 1.85 metros de agua, si los 20 mil kilómetros cuadrados de El Salvador fueran un huacal, ese huacal tendría una profundidad de 1.85 metros. No es problema de que no hay agua, es problema de cómo se administra. ¿Y quién administra el agua? ¿No es ANDA, no es el Gobierno? ¿No estamos en la obligación de señalar esas deficiencias para buscarle soluciones? Si eso es un pecado, si eso nos convierte en enemigos, creo que a El Salvador le falta mucho por aprender de los errores en el pasado.

 

¿Puede resolverse el problema de la baja inversión a través del diálogo?

Si el Gobierno cambia su actitud, reduce la tramitología, cambia su lenguaje, entiende que la atracción de la inversión no será por decreto o por mandato, sino a través de las cosas que se deben de hacer, incentivos y no castigos a la inversión, si nos ponemos competitivos a la atracción de inversión... Yo estoy convencido que la mayor riqueza del país es la gente... La gente quiere migrar. Imagínese qué tristeza. La gente migra a un país, no va a Cuba, ni a Venezuela, la Unión Soviética o Rusia. ¿Adónde se va? A Estados Unidos, Canadá, Australia. Vamos a hablar de Estados Unidos, que es donde está la mayoría, donde se habla de un presidente que quiere construir un muro, donde los están persiguiendo, donde no se habla otro idioma, hay otro clima. La gente decide irse para allá. Aquí no encuentran trabajo y allá encuentran el éxito. ¿Por qué? Porque allá existen las condiciones en esa sociedad, para que una persona que trabaje y se esfuerce pueda prosperar. ¿Qué es lo que estamos diciendo nosotros? Aprendamos de los países que son exitosos y traslademos las cosas que les permiten a las personas prosperar. Si todos queremos vivir en El Salvador, aquí hay cabida para todos. Pongámonos de acuerdo. Seamos realistas, pero no bajo conceptos ideológicos, ni acuerdos políticos, proyectos históricos, que no han servido por como se están haciendo las cosas.

 

 

Perfil

Luis Cardenal Debayle

Empresario. Actual presidente de la principal asociación de gremiales empresariales del país, ANEP. Fue presidente de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal). Fue ministro de Turismo. Fue candidato a alcalde de San Salvador por ARENA en el año 2000.

 

En tres preguntas

 

¿El Gobierno va por la ruta correcta, como dijo el Presidente, con la aplicación de las medidas extraordinarias de seguridad?

El tiempo es muy corto para poder dar un veredicto final. Creo que hay inquietudes de cómo esto se va a mantener en el tiempo y si los resultados son sostenibles. Creo que es buen comienzo que finalmente haya una reducción de los homicidios y que se le devuelva la esperanza a la gente de que el Estado pueda hacer algo para ganar esta guerra contra la delincuencia. Pero es muy temprano para cantar victoria. Nosotros estamos haciendo los aportes. Pero nos mantenemos observando ante los resultados, de cuáles son las medidas de seguridad que se le dará a esto.

 

¿Cómo evalúa la institucionalidad y el desempeñeo democrático del Gobierno?

La institucionalidad está siendo acechada constantemente. Debe haber un balance de poderes. La democracia debe ser limpia y transparente y respetar la voluntad popular, no como aquellos que creen que la población debe estar al servicio de sus proyectos políticos. Uno de los avances que ha habido es que la población está despertando. Los medios de comunicación están trasladando información para empezar a ilustrar qué es lo que sucede. Falta opinión, que pasen de la indignación a la acción. Acción no quiere decir quema de llantas o toma de calles. Pero sí exigirle a los funcionarios que actúen responsablemente.

 

¿Qué opina sobre la nueva propuesta de reforma de pensiones?

Ya quedó claro que esta reforma de pensiones no es una reforma de pensiones, es una reforma fiscal. Lo que el Gobierno está tratando de hacer es quedarse con las cuentas de ahorros individuales de los trabajadores, que no es dinero del pueblo. No es dinero del Gobierno, ni del pueblo porque no han contribuido a esas cuentas. Lo que quieren es quedarse con ese recurso para resolver un problema fiscal.