En lugar de hablar de avances y retrocesos coyunturales, la politóloga Nayda Acevedo Medrano prefiere abandonar lo que llama “dictadura mediática” para explicar que las fallas en el gobierno actual o anteriores responden a un sistema híbrido de El Salvador que combina características democráticas y autoritarias. No exime a ningún actor político, señala falta de cultura política y dice que por ello es “lo mismo de siempre”.

 

¿Considera que los Acuerdos de Paz son una farsa?

No, con mayúscula. Creo que lo que nos está pasando son estas lecturas de corto plazo que tanto daño nos hacen. Si algo debemos aprender como país desde nuestra historia nacional es a leerla en ese continuo histórico que somos, no somos quinquenios aislados unos de los otros y hay una permanente tendencia, con mayor énfasis en los periodos electorales, a reinventarnos la historia y reinventar a los actores en estos periodos, cada cinco, cada tres años.

Hay que comprender la dimensión de los Acuerdos de Paz: no es lo mismo el sistema político y sus actores, es decir los valores que se imprimen en las institucionalidades dentro de un régimen político específico, a hitos históricos que simbolizan un antes y un después.

Si nos queremos referir al discurso del Presidente en el marco de la conmemoración de la masacre El Mozote, desde mi perspectiva es un infortunio evocar, frente a sobrevivientes de masacre, a familiares de víctimas de una masacre de esa envergadura, este tipo de palabras. Decir que la guerra fue una farsa y que los Acuerdos de Paz fueron una farsa frente a este público es no solo un infortunio, sino una profunda falta de respeto a los sobrevivientes. No está hablando con los actores directos, los implicados, no está hablando con los partidos políticos, está hablando con los sobrevivivientes.

 

¿Cuál es la intención en desacreditar o desprestigiar los Acuerdos de Paz?

Es la intención de la polarización del discurso que toma énfasis en relación con este periodo preelectoral. El afirmar que los Acuerdos de Paz fueron una farsa por los actores que realizaron y por quienes están implicados, después de 30 años de ese suceso, lo que pretende es mantener una escena en una franca polarización. Por otra parte, hay que empezar a trascender de esta dictadura mediática, hay una permanente agenda setting, la marca irremediablemente día con día el Ejecutivo, creo que con eso hay que romper.

Los hitos históricos son fundamentales. La firma de los Acuerdos de Paz, frente a sobrevivientes del conflicto armado, deben ser hechos que les permita sanar, reconocerse, reconocer su historia y saberse con derechos de reparación. Que no lo hicieron los gobiernos anteriores, que los gobiernos anteriores no lograron formular y ejecutar políticas públicas desde una perspectiva de reparación integral, lo podemos debatir. Uno de los problemas estructurales que tenemos es la pobreza, que viene sobrecargada con este tipo de población vulnerable, los que sobrevivieron sin estar en ninguno de los dos bandos pero que todavía intergeneracionalmente cargan con problemas estructurales.

 

¿Ha habido un retroceso en los últimos meses en relación a la democracia?

La democracia es un régimen político, son las reglas que se toman para poder gestionar el poder. Las principales características son el sufragio libre, la libertad de expresión, elecciones amplias y competitivas, fuerzas armadas con un rol muy limitado, esos son los mínimos. No hay una definición única. Hay otras definiciones que suben la vara, que tienen que ver con la atención o los ejercicios plenos de la ciudadanía. Cuando nuestra definición se eleva más, no podemos decir que tenemos una democracia plena.

En 1992 El Salvador decidió avanzar con estos dos actores en el proceso de democratización pero el régimen democrático tampoco es un acta, se debe educar a la población, se debe trabajar mucho la cultura política y se debe trabajar el fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

En El Salvador lo que hemos tenido, después de 1992, es una democratización que no logra avanzar hacia democracia plena, pero sí se desarrolla en una especie de régimen híbrido. Hay un avance en torno a determinadas características propias del régimen democrático pero le asisten otras de un régimen autoritario. Eso lo podemos ver en el ejercicio de partidos políticos, en las familias, en el tráfico, en cualquier espacio de interacción social.

Firmaron los Acuerdos de Paz una férrea voluntad de incorporar a uno hacia ese requisito de la democracia. Hay un tercer actor que se posiciona desde un discurso de agotamiento de la población frente a estos dos actores que ya no representan o que han perdido el ejercicio de representatividad, y toma decisiones en la arena política que marca elementos de retroceso en torno a esta democratización. Pero que hemos entrado a un régimen autoritario, tampoco. Estamos subsistiendo en esa hibridez porque todavía la institución responde al ejercicio de control. Sin querer entrar a esta dictadura mediática, el último de los ejemplos es el del director de la Policía.

Con esta hibridez, son ejercicios imperfectos tanto dentro de los órganos contralores como en el ejercicio político. Si yo le disminuyo calidad al instrumento de control, es muy difícil que nuestra institucionalidad pueda desarrollarse hacia allá.

 

¿Ve retrocesos en acceso a la información pública y libertad de expresión?

En la hibridez es muy fácil que esto pase... ¿Qué es lo que estamos viendo con este Gobierno en particular?, un retroceso alrededor de la institucionalidad creada para velar por el acceso a la información pública. Sin embargo, es sistémico, un retroceso de uno de los institutos emblemáticos de última generación, pero también lo vemos en el ejercicio de elección de magistrados de Corte de Cuentas, Corte Suprema de Justicia, procurador. Por eso, salgamos de esta burbuja mediática e inmediata y comprendamos que el problema es sistémico y estructural.

Es decir, mientras los actores políticos no corrijan esa cultura política y la institucionalidad no tenga bases sólidas coherentes con el régimen político, vamos a repetir esto siempre.

No es los mismos de siempre, es lo mismo de siempre, porque el sistema abre cualquier cantidad de posibilidades para que el actor determinante pueda tener un ejercicio de poder contaminado de régimen autoritario. En este que nos asiste actualmente, hay vicios de afronta permanente al régimen híbrido pero replica mucho de esa hibridez.

 

¿Es cierto que la pandemia dañó la democracia?

Creo que partimos de una premisa que no nos ayuda a analizar el contexto. Lo que nos dice la literatura de ciencia política es que esta lógica, en el caso particular de El Salvador, es una democracia imperfecta, no porque existan perfectas pero sí hay democracias plenas.

Antes de que ganara Nayib Bukele las elecciones ya cohabitábamos en un régimen hídrido. Tenemos casos –Katya Miranda, Carla Ayala– emblemáticos para reconocer el funcionamiento poco institucionalizado de ese régimen que requiere una solidez y madurez que no ha contado en los últimos años. Hemos hecho un esfuerzo grande, nadie dice que no, en los 30 años, pero es necesario ajustar desde una perspectiva educativa hacia la ciudadanía desde qué implica una democracia. No podemos decir que defendemos una democracia cuando aplaudimos acciones autoritarias de uno de los órganos, eso no es una cultura democrática. Si la mayoría dice ‘hágalo porque le doy mi venia’ es que la población es tan autoritaria como lo que está permitiendo.



¿Cómo se miden los avances democráticos dentro de este régimen híbrido?

Depende de la definición que utilicemos. Por ejemplo, en El Salvador, ni siquiera tenemos un constructo de democracia entre los distintos actores políticos. Los mínimos establecidos tienen que ver con la capacidad de control de las instituciones. Ese es uno de los parámetros. Otro es libertad de prensa, un tercero tiene que ver con la rendición de cuentas.

Si mi parámetro tiene que ver con estos mínimos, en transparencia y rendición de cuentas hemos retrocedido, por cuanto por lo menos hay menos claridad en la utilización de los fondos públicos, sin embargo, esto no exime a gobiernos anteriores a actos de corrupción y elementos constantes de falta de transparencia. Por eso insisto: lo mismo de siempre, no es que sea los mismos de siempre, solo que superlativizado con un actor que utiliza a su favor el tema mediático, entonces, implica estar en permanente reacción a cualquier agenda setting para polarizar.

 

Las encuestas indican que Nuevas Ideas tendrá mayoría en la Asamblea Legislativa. ¿Hay claridad sobre a quién representa Nuevas Ideas?

Creo que hay una marcada tendencia que uno de los elementos constitutivos de su plataforma, el Plan Cuscatlán, y muchas decisiones están muy acordes a una continuidad de esta lógica de doctrina neoliberal y en la que hay una participación muy fuerte de privados sobre un Estado que todavía sigue siendo débil. La representación de intereses es algo que hemos tenido sobre la mesa, es aquí donde se interrelacionan las élites económicas con las políticas. La mayoría tiene un ejercicio de representación de intereses con una fuerte carga hacia élites económicas... Estamos asistiendo a un cambio de élite política.

 

Se habla de reformas a la Constitución y de modificar el orden económico. ¿Es necesario?

Hay que comprender qué es una Constituyente o qué es un ejercicio de reformulación de una Constitución. Una Constitución es un pacto social. Lejos de lo que yo crea, lo que debe existir es un ejercicio formativo, de educación política, suficiente, para que la ciudadanía de manera informada pueda representar las diferentes voces, la diversidad existente en una sociedad para poder pactar. Si no, lo que tenemos es un instrumento que nuevamente responde a intereses específicos.

En el caso de la Constitución, hemos tenido Constituciones que lo que han hecho es generar un espacio de contención de una élite económica, luego trasladada a partidos políticos en 1983, luego en 1992 con otras reformas donde se hace este monopolio a través de los partidos y se reconoce un tránsito hacia la democratización, pero que ahora tiene una crisis de representatividad. ¿Es necesario una Constituyente? Sí, pero en la medida en que su pueblo está preparado para reflejar un pacto equitativo.

 

¿Usted participaría en el estudio de la reforma a la Constitución?

No he estado participando, no he llegado a dar mis opiniones. Lejos de un pequeño comité, lo que hay que hacer es educar.

 

¿Habrá un punto de inflexión en El Salvador cuando entre el nuevo gobierno de Estados Unidos?

Yo no creo que haya un punto de inflexión de mayor diferencia, Estados Unidos es muy pragmático en su política exterior. De hecho, muchas de las transformaciones de la Constitución de 1983 que brindó monopolio a los partidos tuvo que ver con la participación de Estados Unidos. Estados Unidos ahorita entrará a una franca batalla geopolítica y definitivamente va a necesitar aliados dentro de la región. La injerencia que ha tenido Estados Unidos ha sido muy poco vinculada con un ejercicio de democracia suficiente; al contrario, lo que hace es fortalecer élites de acuerdo a sus intereses; hay que aceptarlo tal cual.

 

¿Cómo calificaría este año?

Pandémico. Un año con muy pocas certezas. Hay que construir. Hay que elevarse del hecho, de la inmediatez.

 

El perfil


Nayda Acevedo / politóloga

Estudios: Maestría en Relaciones Internacionales, Atlantic International University y Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Licenciatura en Estudios Legales con especialidad en derechos humanos.

Cargo: consultora, politóloga.

Experiencia: Fue directora del programa de derecho humano a la alimentación de la FAO, exdirectora del CDC y asociación Probúsqueda.

 

3 datos que debes de conocer


 

  1. Reforma constitucional.


El Ejecutivo promueve el estudio de reforma constitucional, para ello ha creado un equipo ad hoc a cargo del vicepresidente.

 

  1. Acceso a la información


Comisionados de acceso información nombrados por el actual Gobierno han reservado datos patrimoniales del Presidente.

 

  1. Poder legislativo


El presidente Nayib Bukele y su grupo se disputa el poder legislativo con partidos Arena, FMLN, NT, Vamos, PDC.