La masacre de los Jesuitas ocurrió el 16 de noviembre de 1989, durante la ofensiva final.

En el segundo día del juicio por el asesinato de los sacerdotes jesuitas españoles en El Salvador, el 16 de noviembre de 1989, el excoronel y exvicemistro de Defensa, Inocente Orlando Montano, rindió su declaración durante 56 minutos.


La diligencia comenzó a las 3:15 de la tarde de España, 2:15 de la madrugada de El Salvador, con una planteamiento de prescripción del abogado de Montano, el cual fue declarado improcedente por la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.


En los primeros 30 minutos del interrogatorio que solo fue efectuado por el abogado de Montano ya que el exmilitar dijo que no iba responder preguntas de la Fiscalía y acusadores particulares, se habló de la situación doctrinaria, conformación de la Fuerza Armada y las funciones de la misma, pero en los últimos 20 minutos se abordaron detalles específicos del asesinato de los jesuitas, hecho del cual Montano se desligó diciendo que nunca conoció sobre alguna planificación u orden que se diera para masacrarlos.


Sostuvo que él como parte de La Tandona nunca tuvo nada en contra de los jesuitas. Al ser consultado sobre qué es La Tandona, el acusado dijo que es una promoción que se graduó en el año de 1966, y que se trata de 46 oficiales y que se les dio la casualidad de llegar al poder después de 25 años de estar en el servicio militar y llegaron a comandar todas las unidades de la Fuerza Armada.


Sostuvo que La Tandona, catalagoda por muchos sectores como los poderosos de la Fuerza Armada, se distinguieron siempre como buenos oficiales compententes que nunca se metieron en problemas de terrorismo como los han acusado entidades de Derechos Humanos en El Salvador.


Montano está en prisión provisional desde noviembre de 2017, y ahora es el único acusado y la Fiscalía pidió hasta 150 años de prisión por el asesinato de esos cinco jesuitas, y dos empleadas de estos, hechos ocurridos el 16 de noviembre de 1989 en la Universidad Centroamericana (UCA) .

Los jesuitas asesinados fueron los españoles Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López y Juan Ramón Moreno. También asesinaron junto a ellos a los salvadoreños Joaquín López (sacerdote), la empleada doméstica de la Universidad Elba y su hija menor Celina Mariceth Ramos.

A continuación, parte de lo más importante del interrogatorio del excoronel Montano quien contestó las preguntas de su defensor.


¿Quién solicitó efectuar el cateo en la UCA?


-En la UCA fue un grupo de soldados del Batallón Atlácatl, ese grupo de soldados había quedado como parte de la reserva de todo el Batallón Atlácatl que estaba diseminado en algunas áreas donde había más frecuencia de los subversivos y la reserva de ese batallón Atlácatl era una sección con dos oficiales que estaban en espera de órdenes en la Escuela Militar. La Escuela Militar no tenía gente para actuar, digamos en un caso necesario porque los cadetes no pueden utilizarse por la misma condición de estudiantes y no pueden estar al combate, digamos como fuerzas regulares, entonces habían dejado esa sección ahí en la Escuela Militar para que le diera seguridad al complejo de lo que el Ministerio de Defensa, el Estado Mayor, Escuela Militar y Colonia Militar, la colonia militar está en esa área de San Salvador, está prácticamente controlada por el director de la Escuela Militar.


¿Y quién solicitó efectuar el cateo?


-Esa sección, parte de esa sección que estaba ahí, porque fueron a ese cateo un grupo pequeño.


¿Que era responsable de esa ciudad?


-No, primero dijeron que fueran que había armamento ahí en la universidad, que había introducido el FMLN en la universidad y ahí lo tenían como un almacén para ser empleado ese armamento y munición durante el conflicto, fueron averiguar eso, soldados de este batallón y miembros de la Dirección Nacional de Inteligencia, que es otro organismo del Estado para controlar digamos las acciones subversivas del FMLN, entonces a la universidad fue un grupo reducido de soldados del Batallón Atlácatl.



¿Y quién lo autorizó, quién autorizó ese cateo?


-La autorizó el Estado Mayor, el Estado Mayor le dio la orden al coronel Benavides de que mandara gente de la que tenía él bajo su mando para que hicieran el cateo, primero a la universidad y después como dos días después de ese cateo, el Estado Mayor a través de sus informantes obtuvo la información de que estaba un grupo esa tarde del día 15, que ya estaba el grupo metido nuevamente en la universidad y le dieron la orden a Benavides de que fuera, que mandara gente a investigar y que contrarrestara cualquier amenaza. Esa fue la situación.


¿En qué reunión estuvo usted el día 15, a qué hora estuvo usted el día 15?


-Yo asistí a una reunión nada más, a la que se realizó con el presidente, cuando ya el ministro y los dos viceministros, el subjefe del Estado Mayor y los comandantes de las diferentes zonas de San Salvador nos reunieron para informarle al presidente de lo delicada que estaba la situación y que no se atrevía el alto mando a tomar la decisión de atacar al FMLN en la habitación de la población civil, porque iba a ser una matanza terrible y por eso significaba muchos daños colaterales, ya sea que ganáramos o perdiéramos.


¿Y por eso se reunieron con el presidente?


-Bueno, el presidente hizo su análisis también porque él tiene no solamente como asesores a los militares, sino que tiene también su grupo de civiles que le indicaban también acciones a tomar.


¿Pero no se indicó asesinar a los jesuitas en esa reunión?


-No, el presidente en esa época dijo: 'bueno, dejemos que se desarrolle más la situación porque tienen razón ustedes, no podemos emplear toda la fuerza indiscriminadamente, no podemos utilizar la fuerza indiscriminadamente porque eso nos va a traer repudio de la población, no solamente salvadoreña, sino la población internacional'.


¿Tenía usted algo en contra de los jesuitas?


-No


¿O sabe usted si algún miembro?


-No, el licenciado Ellacuría era una de las personas más allegadas al presidente, él le ayudó mucho en la consecución de los Acuerdo de Paz. Le dio asesoría al presidente de la República en ese sentido y gracias a sus recomendaciones, porque tenía influencias, no sólo el presidente digamos por ser un politólogo de calidad internacional, hasta el grado que le le dieron un premio en esos días a él, por su actuación en el país como politólogo. Entonces el licenciado Ellacuría, este, asesoraba no sólo al presidente, sino que también a la cúpula del FMLN, porque tuvo información varias veces de que él se reunió con los terroristas.


¿Pero usted no tenía nada en contra de Ellacuría y de los jesuitas?


-En lo absoluto. No le digo que el Golpe de Estado contra el general Romero fue producto de la influencia que tenía, digamos, en la juventud militar el licenciado Ellacuría. Militarmente pues, no hubo nunca pretensiones de hacerle un daño a él o a la iglesia, o a la misma universidad, porque le digo teníamos muchos estudiantes ahí, no solamente en la Universidad Nacional, sino que también en la universidad privada que es la UCA.


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¿Usted no tenía nada en contra de los jesuitas y sabe si algún miembro del gobierno consideraba a los sacerdotes jesuitas como los subversivos del FMLN?


-Sí este...pues no; no se tenía una convicción.


¿Como digo ustedes concretamente y otros miembros del gobierno?


-No, no había una una conciencia digamos clara de que estuvieran ellos participando con el FMLN política y militarmente, porque éste, a pesar de que si hubo fotografías que se obtuvieron de curas jesuitas metidos en los guerrilleros. Había un cura que se llamaba Jon Sobrino, muy allegado Ellacuría, el cual tenemos fotografías y vídeos donde aparece el entrenando a niños de 10, 12 años, enseñándoles a manejar el AK-47, que era el armamento que manejaba el FMLN; el FMLN tenía armamento ruso que había sido conseguido a través de la ayuda de Fidel Castro y otros otros gobiernos de corte izquierdistas.


¿Existe un diario supuestamente escrito por Benavides donde dice que usted estaba en el grupo, que avisó que Ellacuría ya había llegado al país y que ponía al coronel Ponce y Zepeda como generales?


-Yo no sé de dónde surgió ese comentario, porque yo realmente no tuve ningún contacto con el coronel Benavides, en la reunión previa a la reunión con el presidente, no estuve ni siquiera yo en esa reunión. Hubo otras reuniones de la oficialidad en general con el presidente y en esa no estuve presente porque estos días estuve enfermo.


¿Trato usted de encubrir los asesinatos?


-No. Es más yo colaboré en el sentido que le diga al señor presidente en esa ocasión de que la investigación sobre el asesinato de los curas que se condujera con ayuda internacional, que pidiéramos a los Estados Unidos gente del FBI y de la CIA, pedimos incluso al gobierno español asesoría con los técnicos en aspectos de investigación para que siguieran la investigación de ese asesinato. En ningún momento, ni el gobierno ni nosotros que estábamos en el alto mando estuvimos de acuerdo que se haya dado esa situación. Es más, en lo personal yo siempre pensé que había sido el FMLN el que había cometido el delito ese, el asesinato de los curas y éste, pues no... no hubo por parte mía ninguna, como que se llama acusar una acusación en contra de la UCA o en contra de las autoridades de la UCA.


¿Le llamó la Comisión de la Verdad para que pudiera contrastar la información del informe?


-No, a mi no me incluyeron dentro del grupo de personas que fueron interrogados por un grupo de penalistas que hicieron el juicio allá entonces, sobre la investigación que se hizo militarmente se descubrió que había sido un grupo un asesinato hecho por los soldados.


¿La comisión de la verdad no habló con usted para contrarrestar información?


-No hablé con la Comisión de la verdad, ni con ese grupo.


¿Y con la Comisión Interamericana?


-No, tampoco. Yo tuve la suerte de no haber sido considerado como necesario para atestiguar porque el delito lo cometieron los soldados no lo cometieron policías, que eran los que dependían de mi persona. Si acaso hubiera tenido participación la seguridad pública, talvez me hubieran llamado, pero el fiscal de esa época dijo este señor no tiene nada que ver. Las misma declaración de los que acusaron dijeron: 'No, Montano no tiene participación en esto', no me llamaron a declarar, es más, esto no lo había comentado yo nunca, pero ahora lo hago porque, yo me sentí comprometido allá en Estados Unidos, después de que cesé en funciones como viceministro y también como agregado militar en México, yo me fui a vivir a Estados Unidos porque tengo mi hermanas allá y ellas me pidió que me fuera ya, incluso hasta me ofrecieron un trabajo, pues dentro de todo el alto mando de esa época a nadie le dio visa la embajada Americana, a nadie excepto mi persona, a mí y a mi familia nos dieron visa para que pudiéramos viajar y permanecer en los Estados Unidos, digo yo, si hubiera tenido yo algún compromiso en este asesinato, Estados Unidos no me hubiera dado esa visa para vivir y residir en los Estados Unidos.