Falta menos de un mes para que asuma sus funciones como cabeza de la entidad rectora de la política fiscal en El Salvador, lamentablemente aún no se conoce su nombre, mucho menos su formación y experiencia, lo que me obliga a escribirle de esta forma tan impersonal. Antes de continuar, quisiera expresar mi deseo de que ojalá usted sea mujer, no porque eso le otorgue algún tipo de súper poder o mayor capacidad, sino porque ya va siendo hora que las mujeres ocupemos posiciones estratégicas en la toma de decisiones dentro de la administración pública: así como podemos ser ministras de educación o salud, también podemos dirigir el Ministerio de Hacienda o cualquier otra entidad pública. Pero, independientemente de su sexo, espero que su nombramiento obedezca al reconocimiento de su experiencia y trayectoria profesional y no al pago de favores políticos.

La razón de escribirle es para manifestarle mis más sinceros y buenos deseos para su gestión. Usted ocupará uno de los cargos claves dentro del próximo gabinete y los desafíos a los que deberá enfrentarse tienen un carácter estructural. La tentación de continuar gestionando la política fiscal como si se tratara de un mero ejercicio contable financiero, en el que lo importante es que los números cuadren, seguirá estando presente, particularmente cuando las entidades financieras internacionales visiten nuestro país y reiteren sus ya conocidas recomendaciones: incremento del IVA, austeridad del gasto, control del déficit, etcétera. Pero tengo fe de que, a diferencia de sus antecesores, su gestión no se concentrará en ganar el reconocimiento de los organismos financieros u obtener una reacción favorable de los mercados; sino que será una gestión que buscará construir una política fiscal suficiente, efectiva, eficiente y sostenible, bajo principios de progresividad y justicia fiscal, que sea capaz de garantizar los derechos de todas las personas. Porque recuerde que muchos países tienen finanzas públicas sanas, pero a costa de un Estado cada vez más débil e incapaz de responder a las necesidades de las personas.

Sinceramente confío en que no caerá, al igual que muchos funcionarios públicos, en la tendencia de creer que hacer política pública es expresar sus buenos deseos a través de las redes sociales, porque debatir una política pública requiere más de 240 caracteres. Con esto no quiero decir que las redes sociales no pueden ayudar a comunicar, pero no son suficientes para mejorar la transparencia y participación ciudadana, especialmente en discusiones tan importantes como el presupuesto público. Ansío que no continúe con el dogma de que esas son discusiones técnicas y exclusivas entre el Ministerio y de la Comisión de Hacienda y Especial del Presupuesto. Verdaderamente confío en que sea la primera persona en apostar por la creación y fortalecimiento de canales de participación de la ciudadanía en la discusión del presupuesto público y que se atreva a mejorar los mecanismos de rendición de cuentas y transparencia del Ministerio.

Ansío también, que sus colegas dentro del gabinete, en especial los del ramo de economía y turismo, no sigan empeñándose en otorgar privilegios fiscales injustificados, su abuso ha dañado nuestras finanzas públicas desde hace décadas. Espero que cuente con el apoyo del Presidente para que cualquier propuesta de esta naturaleza sea evaluada técnicamente por el Ministerio de Hacienda, para que finalmente se empiecen a evaluar los privilegios fiscales vigentes y se transparenten los beneficiarios de los mismos.

Ojalá usted sea capaz de implementar, finalmente, un presupuesto por programas con enfoque de resultados. Este ha sido un esfuerzo que lleva años en discusión, al que se le han invertido muchos recursos, pero que hasta la fecha ha carecido del apoyo político necesario para defender la importancia de su implementación. Este sería un primer paso para recuperar la legitimidad del presupuesto público frente a la ciudadanía, ya que así se podrían conocer los resultados que se espera obtener con cada asignación presupuestaria y las personas conocerían cómo con el pago de sus impuestos se traducen en salud, educación y seguridad. Finalmente, a pesar de que estoy segura que tendrá momentos en los que se cuestionará si verdaderamente vale la pena tratar de hacer las cosas bien o si no sería más fácil centrarse únicamente en que las cifras macro se vean bien y seguir administrando la miseria, me gustaría pedirle que aproveche esta oportunidad, usted puede impulsar cambios que permitan empezar a reconstruir el rol de lo público en nuestra sociedad y a reivindicar el rol de la política fiscal como instrumento para que el Estado garantice los derechos de todas y todos.